Las doce universidades del conurbano, así como las que se abrieron en las provincias de Chaco, Río Negro, San Luis y Tierra del Fuego en la última década, superaron el cerco territorial y desarrollaron estrategias para que el acceso fuera una realidad a través de becas, comedores, guarderías y otras políticas de inclusión como las tutorías.
«Estamos asistiendo a un cambio revolucionario en materia de distribución de universidades en todo el país, ya que si bien en Argentina la educación es gratuita, históricamente no todos podían llegar», dijo a la agencia Télam Martín Gill, secretario de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación de la Nación.
En los últimos cuatro años se crearon cinco universidades nacionales en Florencio Varela, Merlo, José C. Paz; Avellaneda y Moreno, que se sumaron a las ya existentes de Lomas de Zamora, La Matanza, Quilmes, Tres de
Febrero, Lanús, San Martín y la Universidad Sarmiento, de Los Polvorines.
El 75% de los jóvenes que hoy cursan estudios superiores en el conurbano y en el interior del país es primera generación de universitarios en sus familias
Joel Cáceres, de 27 años, cursa en la Universidad Arturo Jauretche y contó que en este último tiempo se fue dando cuenta que tenía «el derecho a estudiar».
«Primero creía que ser universitario no era para mí porque empecé a estudiar en la UBA y no pude seguir, ya que trabajaba como albañil y los horarios no me daban. Creía que el problema era yo, que no me alcanzaba la voluntad», dijo y explicó hoy «sigo Enfermería y estoy emocionado y agradecido por lo bien que me va, lo bien que me siento», contó.
Antonella Rodríguez cursa Ingeniería en la Jauretche y dice estar orgullosa: «Soy la primera en la familia en llegar a la universidad y la expectativa de todos en mi casa».
«La mayoría de los estudiantes de la zona sur pensábamos que no teníamos este derecho, que no era para nosotros; ya que las opciones sólo eran La Plata o Buenos Aires», afirmó la joven.
Para el rector de esa casa de estudios, Ernesto Villanueva, «esta primera generación de universitarios en sus respectivos hogares es una respuesta a la nueva realidad socioeconómica de la población de Varela, que impacta en la recuperación de un mito argentino: el ascenso social a través de la educación».
El 57% de los 8.237 alumnos de la Jauretche estudian carreras de ciencias de la Salud, como Enfermería o Kinesiología, y el 24% está en Sociales, para ser licenciados en Administración, Relaciones del Trabajo o Gestión Ambiental.
Hay universidades como la de Quilmes, creada en 1991, donde desde 2005 se registra que el 80% de las carreras de su modalidad presencial también es primera generación universitaria en sus familias.
Para Sara Pérez, secretaria académica de la UNQUI, el alto porcentaje «no es sólo un tema de cercanía, sino que es fruto también de una política de expansión universitaria que se dio en la última década».
«Si bien la UNQUI se creó en 1991 la expansión de la matrícula se produjo junto con la puesta en marcha de programas de becas, que hoy alcanzan a unos mil estudiantes, y de otras políticas activas, entre ellas las tutorías».
El 90% de estudiantes de Enfermería es primera generación de universitarios en sus familias; en Comercio Internacional esa población llega a ser del 80%, mientras que alcanza el 70% de los que siguen Biotecnología.
Cuando la universidad llega a las familias y a la comunidad se amplían los horizontes, se accede a nuevos y diversos consumos culturales y se establecen nuevos vínculos con la sociedad y el Estado.
Gill estimó que la década que se inició en 2003 «se expresa con singular fuerza en el sistema universitario por un profundo cambio de paradigma que apunta a la inclusión».
El cambio de paradigma «radica en reconceptualizar a la educación superior como motor de movilidad social y por ende, como derecho humano y obligación ineludible del Estado, superando el concepto mercantilista de un servicio que se ofrecía a la población en los años 90», completó el funcionario.