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Una de las profecías de Nostradamus indicaba la caída de los grandes. Si bien se refería a los imperios, se puede relacionar directamente con la actualidad del fútbol argentino. En el último miércoles de abril, dos de los denominados Grandes nacionales cayeron en sus propias ruinas al ser eliminados por conjuntos de la B Metropolitana. Tanto Racing Club, como River Plate fueron sorprendidos y superados por Tristán Suárez y Estudiantes de Caseros respectivamente.
Los muchachos de Luis Zubeldía se enfrentaron a un contrincante que en su división no transita por un gran presente, marcha decimocuarto y pelea por no descender. No obstante el Lechero fue amo y señor del cotejo, logró llegar al cierre del trámite con superioridad numérica y futbolística. Hasta lograron despertar el cantico “ole, ole” ante cada toque con sus rivales como meros espectadores.
La Academia hacía su presentación en el campeonato y tenía entre sus laureles ser uno de los finalistas de la última edición. Sin embargo de poca ayuda fue la rica historia de los de Avellaneda a la hora de desarrollar el cotejo. El hambre de gloria, garra y corazón de los de Eduardo Pizzo fue mucho para la ya acostumbrada apatía y displicencia de los hombres de Zubeldía.
La historia no cambio para River, a pesar de algunos intentos en los primeros quince minutos de partido no lograron pararse de igual a igual ante un Estudiantes que sueña con ascender a la B Nacional. Los de Caseros marchan segundo a tres puntos de los líderes y el domingo se enfrentaran a uno de ellos, Villa San Carlos.
El equipo elegido por Ramón Díaz para ir a buscar el pasaje a la siguiente ronda no logró estar a la altura de la circunstancia. La contrariedad fue tal que el entrenador se vio obligado a realizar cambios defensivos ante un Pincha que dominaba el esférico y no pasaba sustos mientras resguardaba el cero en su valla para cumplir con el objetivo. El desempeño del Millonario dejó mucho que desear y sus propios fanáticos se lo hicieron saber con silbidos y canciones contra los jugadores.
La Copa Argentina sigue demostrando la belleza del fútbol, el más débil se puede parar ante un Grande y dejar su huella en la noche para ser recordada a lo largo de la historia. Esta vez la proeza la escribieron Tristán Suárez y Estudiantes de Caseros, quienes quedaron de rodillas nada más y nada menos que Racing y River.