Por Agustín Espada | El nuevo aire que se buscaba con la llegada de Miguel Angel Brindisi pareció viciarse en tan sólo 5 minutos de su nuevo paso por el club de Avellaneda. Seiscientos segundos fueron los que le llevó al Atlético Rafaela de Jorge Burruchaga desbaratar a un Independiente que, pese a los cambios –siete con respecto a la fecha pasada frente a Unión de Santa Fe-, llevaba a cuestas el precio de la improvisación.
La vuelta de los jugadores más experimentados del plantel no resultó feliz en ningún aspecto. La tan ponderada experiencia a la cual parecía meter mano el nuevo entrenador terminó por clausurar las esperanzas de revivir a un equipo que fecha tras fecha cae un poco más en el pozo. Mejor dicho, cava un poco más profundo su propio pozo. Independiente es un equipo golpeado y como tal transmite la peor de las sensaciones: no poder revertir lo que le sucede. Basta un gol rival para que el partido quede sellado.
Hilario Navarro, Eduardo Tuzzio, Jonhatan Santana, Víctor Zapata, Roberto Battión y Ernesto Farías pasaron de no ser considerados por el “Tolo” Gallego a ser titulares con Brindisi en tan sólo una semana. Relegados quedaron Leonel Miranda, Adrián Fernández y Diego Rodríguez, entre otros, sumados a las ausencias por lesión de Claudio Morel Rodríguez y Fabián Vargas.
El “nuevo” mediocampo fue una muestra de los méritos que hace este equipo desde hace un año para que junio los encuentre con el final menos deseado. Roberto Battión fue, por lejos, el de más bajo nivel en su equipo. Descolocado, sin recuperación de pelotas y con una pésima racha de entregas dejó su lugar envuelto en silbidos cuando promediaba el segundo tiempo y Brindisi arrojaba al campo al juvenil Adrián Fernández para buscar respuestas en un equipo inofensivo.
Jonhatan Santana, ubicado como volante por la derecha, no supo entrar en juego en ningún momento del partido, y tan impreciso como falto de juego se quedó en el vestuario luego del entretiempo cuando el entrenador tiró a la cancha a Hernán Fredes y Leonel Galeano –Cristian Tula debió dejar la cancha por una lesión muscular-. Para ese entonces el equipo ya jugaba con diez. Federico Mancuello, uno de los pocos jugadores provenientes de las divisiones inferiores, había sido expulsado en el primer tiempo luego de pegar dos patadas en campo contrario de forma similar. Los nervios y la irresponsabilidad con la que Julián Velázquez había sido expulsado anteriormente en la cancha de Vélez por la segunda fecha volvieron a repetirse con distinto intérprete.
Párrafo especial merece la actuación del cuestionadísimo Ernesto Farías. Tras dilapidar un mano a mano con la pelota picando frente a él y el arquero Guillermo Sara adelantado cuando el partido iba 0 a 0, el “Tecla” desapareció del partido y perdió con Fabricio Fontanini cada pelota que sus compañeros despejaban ante la falta de opciones de juego. Sumado a sus falencias, Farías tiene otro grave problema: él no convierte y los defensores rojos agigantan a centrodelanteros rivales dejándolo en evidencia –Santiago Silva, Federico Gonzáles, Ángel Vildozo, Ignacio Scocco y un largo etcétera-.
Hasta Daniel Montenegro mostró su versión más pobre en este Independiente que transita en estado de nocaut las canchas argentinas. Sin mostrarse ni hacerse cargo de la pelota para armar juego, los intentos de empatar el partido pasaban por aprovechar una distracción de los defensores de Atlético de Rafaela que nunca llegó.
Improvisado. Con esa palabra puede definirse el presente de Independiente en todos sus aspectos. Un equipo improvisado de jugadores que no dan la talla, con un entrenador que improvisó su vuelta a la dirección técnica y un presidente que, entre otras cosas, improvisó dos “balas de plata” y una de ellas, Juan Caicedo, recién ayer, tras diez partidos, metió su primer gol en el Torneo, claro, de Reserva.