Por Ariel Spini / Los Albicelestes cumplieron con cada objetivo buscado y lograron sellar una noche excelente. Desde los pies de Fernando Gago, único jugador con libertad en la medular para moverse y manejar el balón, se comenzó a forjar lo que acabaría siendo una goleada. El volante de Vélez Sarsfield fue el eje del mediocampo para otorgar equilibrio entre defensa y ataque, a su vez limpió el juego para Walter Montillo y la Pulga. Sin saberlo, los venezolanos, al otorgarle libertad a Pintita, comenzaron a cavar su propia tumba.
Mientras el ex-Boca Juniors dominaba las acciones, decidía el destino de cada balón, el equipo aguardaba por el momento oportuno para dar el golpe. Allí se juntaron Montillo y Messi para con dos toques de primera habilitar a Gonzalo Higuaín que sólo tuvo que tocar el esférico hacía el fondo de la red.
El partido tuvo total dominio argentino desde el primer segundo y con la apertura del marcador sentenció la noche. La llegada de nuevas anotaciones era cuestión de esperar.
Y así fue. Un penal infantil de Gabriel Cichero le dio la oportunidad al mejor jugador del Mundo de anotarse en la red. Más tarde otra gran aparición del rosarino derivó en el segundo gol de la noche en su cuenta personal para el Pipita. El resto del trámite estuvo de más.
Argentina fue muy superior a un rival que se preocupó por controlar a los jugadores Albicelestes sin tener en cuenta el balón. Con Gago como una Aduana en el eje del campo, el equipo comenzó a forjar una victoria insoslayable. Como si fuera poco, la presencia de Messi en los metros finales termino de sentenciar las pocas esperanzas de una Venezuela demasiado mezquina.