La huelga de hambre que mantienen numerosos reclusos contra los castigos en la controvertida base estadounidense de Guantánamo, enclavada en territorio de Cuba, cumple hoy 45 días y amenaza con extenderse ante los intentos de Washington de minimizarla. La acción de protesta comenzó el pasado 6 de febrero con seis prisioneros del bloque denominado Campo seis, pero con el paso de los días radicalizó y se sumaron 25 participantes.
La base naval que Estados Unidos mantiene en territorio cubano contra la voluntad de las autoridades y la población de ese país caribeño, fue convertida en una cárcel en 2001 para encerrar allí sin previo proceso judicial a toda persona considerada sospechosa de terrorismo. Se estima que 166 personas están confinadas en esa instalación después que fueron capturadas en el extranjero y casi todos llevan 11 años encarcelados sin enfrentar cargos concretos.
De acuerdo con Omah Farah -abogado de algunos huelguistas-, la protesta surgió en rechazo a la aplicación de severas medidas disciplinarias como el confinamiento por tiempo indefinido, los continuos registros a sus pertenencias y confiscación de copias del Corán, el libro sagrado de los musulmanes.
El jurista denunció que la ocupación de esos textos es considerada una profanación a la fe religiosa de los presos, en su mayoría procedentes de naciones árabes.
Farah también calificó de irresponsable la insistencia de las autoridades militares de Estados Unidos de subestimar el incidente, y alertó que esa actitud solo pondrá en peligro las vidas y la salud de los detenidos.
«Los prisioneros saben que los militares de la base minimizan la magnitud de la protesta pacífica, por eso las intensifican», aseveró el letrado.
Según el portavoz del centro, el capitán Robert Durand, dos huelguistas continúan hospitalizados por deshidratación severa, mientras otros ocho reciben una mezcla de nutrientes líquidos para evitar un agravamiento de la salud por la pérdida excesiva de peso.
Por otro lado, el jefe del comando estadounidense desplegado en la base-prisión admitió que los reclusos iniciaron el ayuno porque están frustrados por el fallo de la Casa Blanca acerca de clausurar ese centro.
El presidente Barack Obama se comprometió durante la campaña electoral de 2008 en cerrar dicha instalación, pero no cumplió la promesa en su primera gestión, ni tampoco tocó el tema tras ser reelecto el año pasado para un nuevo período de mandato.
El centro es considerado por organizaciones humanitarias como un moderno campo de concentración donde a la población penintenciaria se le aplican diversas modalidades de torturas, como el aislamiento en celdas con temperaturas extremas, o les mantienen amarrados en posición fetal por más de 24 horas sin alimentos.