Por Víctor Ego Ducrot / Porque sabemos los latinoamericanos de construcciones colectivas, de épicas irreverentes, una y otra vez, es que la maldita muerte nos desafía, pretende arrinconarnos contra la desesperanza. Pero no puede; contra el pueblo argentino no pudieron “ni las bombas, ni los fusilamientos, ni los compañeros muertos, ni los desparecidos”, no pudo la muerte “porque Néstor vive en el pueblo, la puta madre que los parió”. No pudo la muerte porque somos millones quienes entendimos y sentimos en Cristina a la conducción política de este proyecto liberador. Contra el pueblo latinoamericano no pudieron ni el asesinato de Moreno, ni el de Allende, ni el del Che. Tampoco podrá contra nosotros tu muerte, querido comandante.
Estás en el cielo, con Néstor, con Perón y con Evita, y con tantos otros que dieron sus vidas para la tierra patria de todos, porque es tuya, es mía, de aquel. Y estás, están allí, lo sabemos, reunidos para darnos fuerza y memoria, para seguir la lucha, hasta la victoria siempre.
Esa maldita muerte no aprende. Desde la América india, negra y criolla, desde nuestra América, diría José Martí, que es la de los desposeídos, la de las mujeres y la de lo jóvenes, nos encargamos de darle pelea a ella, a la maldita, una y otra vez, desde las más diversas identidades, desde las más plurales experiencias políticas, culturales.
La poesía de Sor Juana liberó a ella misma de su encierro, de la incomprensión oscurantista de la época en la que le tocó vivir. Ahí existe el texto vivo de Alejo Carpentier, regalándole un festín del cuerpo a los esclavos que fundaron la primera República libre de América, y Haití renacerá de su dolor. El comandante Guevara no murió en Bolivia, le dio aliento a una gloriosa generación que no dudó en ofrendar su propia vida. Nuestros obreros de la Resistencia viven y aplaudieron a Néstor cuando comprensivo pero humano se hartó de ciertos generales mañosos y de un grito ordenó bajen esos cuadros genocidas. Y ahí están las Madres de la Plaza, a quienes la maldita muerte no pudo moverlas ni un poquitito así. Sí, los latinoamericanos y los argentinos sabemos pelearte maldita, y te venceremos.
Recuerdo cuando estuviste entre nosotros, en esta Facultad del pueblo. Recuerdo cuando miles de jóvenes y no tanto te oímos como a uno de los nuestros. Recuerdo cuando tantas veces en Caracas te dirigías a periodistas y militantes que queríamos colaborar con Telesur y con la Revolución.
Por eso digo, para vos querido comandante; Chávez no se murió, Chávez vive en el pueblo, la puta madre que los parió. Y vos, maldita muerte, cuidate porque los pueblos y la memoria vencerán.