Por Ariel Spini / Hace poco más de diez meses Luis Zubeldía realizaba su presentación como entrenador en jefe de Racing Club. El joven director técnico tomó el cargo que Alfio Basile dejó libre, encaró la Copa Argentina y lo que restaba del Torneo Clausura 2012, para cumplir con el calendario. En aquel entonces el equipo no aspiraba a una vuelta olímpica, a pesar de ello alcanzó la final del certamen federal donde fue superado por Boca Juniors. Una vez que el pampeano estuvo al mando de la pretemporada y encabezó el mercado de pases, comenzaron las ilusiones. Ilusiones que hasta el día de hoy siguen sin volverse realidades.
En agosto del último año, la Academia fue uno de los equipos que más compró, -y en buen nivel-; al entrenador se le cumplieron todos los gustos. Sin embargo a la hora de afrontar la Copa Sudamericana y el Torneo Inicial el equipo dejó mucho que desear. A lo largo de los encuentros no demostró responder a una ideología que se repita en los fines de semana y cayó en la desesperación de depender de tres juveniles. Los pequeños Ricardo Centurión, Luis Fariña y Luciano Vietto dieron la cara por Racing y lo mantuvieron con chances matemáticas hasta la decimoséptima jornada.
Con la llegada del verano y un nuevo mercado de pases la dirigencia decidió cuidar a las nuevas estrellas para, desde ellas, formar un equipo contendiente al título, luego del primer intento fallido. El tridente de juveniles permaneció en el club a pesar de los intentos ya famosos por llevárselos a Europa. La única baja importante de los de Avellaneda fue la salida de Gabriel Hauche por decisión propia y la conocida lesión de Centurión.
En el momento de la verdad, en el que Zubeldía debía demostrar que después de un torneo y medio al mando del conjunto había encontrado una idea de juego que responda a los intereses Académicos, volvieron los problemas. Inconvenientes, que en realidad nunca dejaron las arcas de Racing. El mismo equipo apático que vio como perdía los puestos de podio en el Inicial sin demostrar el más mínimo compromiso, fue el que arrancó el Final.
La única victoria, ante Argentinos Juniors, un rival que transcurre una de sus peores crisis futbolísticas, no logra modificar el presente. A lo largo de las cuatro fechas la alineación inicial sufrió modificaciones tácticas y obligadas en cada fin de semana. En el último encuentro, cuatro volantes de características ofensivas escasas o nulas ingresaron al campo de juego. En el clásico ante Independiente el equipo sólo tuvo un jugador que salvó su imagen, el joven Vietto.
Hoy, Racing es las ganas, las buenas intenciones y el corazón de Luciano Vietto, un chico de 19 años con vergüenza de hablar ante las cámaras de televisión por usar aparatos odontológicos. El entrenador “trabajó” durante todo el verano para que su equipo encuentre una idea de juego, pero no lo logró. Nada cambio en la Academia y parece que todo seguirá el mismo rumbo. Pese a la mediocridad en el juego, por el momento se mantienen tranquilos los hinchas y los dirigentes.
Nuevamente Racing comenzó un certamen doméstico con la intención de ser uno de los principales protagonistas, pero sólo fue eso, una intención. El tercer campeonato que dirige Zubeldía, casi cuatro decenas de partidos oficiales disputados y el conjunto sigue sin poseer un eje en el que nazca su fútbol. La Academia, con un nuevo disfraz, sigue siendo el mismo de los torneos pasados.