El subcomisario Rubén Suárez, el suboficial Emilio Gómez y el oficial Pablo Bargueña fueron detenidos en las últimas horas e indagados por la muerte de Gabriel Alejandro Blanco, un joven de 21 años que vivía en la barriada conocida como “La Borward”, en Isidro Casanova.
Los tres policías están acusados de “torturas seguidas de muerte”, un delito que prevé penas de prisión perpetua. Ante el fiscal de Homicidios del Departamento Judicial de La Matanza, Carlos Arribas, los efectivos de la Bonaerense negaron haber golpeado al muchacho, aunque continuarán detenidos, según se informó.
El hecho ocurrió el 1 de marzo del 2007, cuando la policía detuvo a Blanco en la vía pública, acusado de haber cometido un robo, y lo trasladaron a la comisaría 21 del barrio San Carlos.
El fiscal Arribas determinó que Blanco entró en una crisis de nervios y fue alojado en una celda, donde habría sido atacado a golpes por los efectivos que se encontraban de servicio.
La autopsia reveló que el joven tenía un fuerte golpe en la espalda, a la altura de los riñones, y luego murió ahorcado por un cable de electricidad.
En base a la declaración de otros presos que escuchaban los gritos de la víctima y de su madre, quien se hallaba en la sala de espera de la comisaría y también dijo haberlo escuchado pedir auxilio, el fiscal está convencido que los policías golpearon a Blanco mientras se hallaba esposado y, luego, lo abandonaron a oscuras dentro de la celda, sin las esposas.
«Con esta mecánica, los policías al menos facilitaron al preso las condiciones para que se concrete el suicidio. Debieron velar por las condiciones en las que se hallaba el detenido, y sobre todo su seguridad», dijo a la agencia Télam una fuente cercana al fiscal Arribas.
Sin embargo, la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de La Matanza sostiene que era “imposible que se ahorcara” y establecieron similitudes con el caso de Luciano Arruga, desaparecido el 31 de enero de 2009, por negarse a robar para la Bonaerense.
“Un día le dijeron a Gabriel ‘te vamos a detener y no vas a contar más el cuento, vas a aparecer en una zanja. Lo mismo le dijeron a Luciano’”, recordó Pablo Pimentel, titular de la APDH-La Matanza.
Pimental explicó que se hicieron “pruebas con los cables que, según los policías, Gabriel habría utilizado para suicidarse: se cortaron con la presión de un peso de cincuenta kilos, cuando este muchacho tenía un metro ochenta de altura y más de 80 kilogramos. Era imposible que se ahorcara. Pedimos una reconstrucción del hecho y quedó claro que una persona alterada no podía pasar ese cable por donde supuestamente se ató para colgarse”.
El expediente, que ya cuenta con cinco cuerpos, estuvo en manos de otra fiscal, quien ya había solicitado la detención de los policías por el delito de «homicidio», pero el juez de Garantías de La Matanza, Raúl Ricardo Alí, rechazó el pedido.
El año pasado, la causa pasó a manos del fiscal Arribas, quien realizó una inspección ocular en la comisaría junto a personal de Gendarmería Nacional y en diciembre último solicitó nuevamente la detención de los tres efectivos, aunque por «torturas seguidas de muerte».