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Por Agustín Espada / Cuando en una mesa de póker quedan dos jugadores, si uno de ellos tiene una cantidad de fichas mucho mayor a la de su contrincante, suele obtener la victoria en el final. La comodidad a la hora de jugar con la desesperación del adversario, quien necesita dar vuelta la partida aunque posea medios muy reducidos, genera la sensación que, de una manera u otra, el jugador terminará ganando la partida sin necesidad de ensuciarse mucho la ropa.
El domingo Racing tenía todas las fichas a su disposición, Independiente era el jugador que con menos recursos tenía que conseguir lo que más necesitaba para evitar la permanencia en la zona de descenso y la cargada del eterno rival y vecino. Sin embargo, en tan sólo dos minutos, el juego cambió estrepitosamente y el «Rojo» se encontró con la comodidad que la desesperación rival genera.
Bastó que pasaran tan sólo dos minutos para que el equipo dirigido por Luis Zubeldía se mostrara incapaz y insolvente para capitalizar la ventaja que en la previa le otorgaba la comodidad tanto del campeonato como la del promedio. Bastaron 120 segundos para que el conjunto comandado por Américo Rubén Gallego demostrara que no se conformaba con la cantidad de fichas que tenía, de arranque fue por todo y desde el vestuario lo salió a buscar, y lo encontró.
Fueron dos minutos que sirvieron de adelanto de lo que sería el resto del partido, no sólo por el gol que lo alejó a Independiente de la responsabilidad de ir a buscar el partido y le puso a Racing una mochila que le venció los hombros, la de ir a buscar la victoria, la de inquietar a Diego Rodríguez.
Los primeros instantes del partido mostraron dos salidas fallidas de Sebastián Saja con los pies, dos pases entre jugadores de la «Academia» interrumpidos por el árbitro Diego Abal. Y un Independiente que se movió con la tenencia de la pelota y encontró en la actitud de sus jugadores -Hernán Fredes gana la pelota que luego terminará en el remate goleador de Leonel Miranda en un choque cuerpo a cuerpo con Mauro Camoranesi- la llave para llevarse un Clásico en el que tuvo mucho más para perder que el equipo albiceleste.
Y en el juego de las diferencias Independiente se pareció a Racing y viceversa. Fueron los juveniles del «Rojo» los que se lucieron ante los jóvenes de la Academia. Con un Leonel Miranda participativo y que nunca le dio referencias a los volantes contrarios para marcarlo; Federico Mancuello y Sergio Ojeda firmes en los laterales -el último haciendo su debut total en Primera División- y Hernán Fredes en su mejor versión: sacrificado en la marca y preciso en la asociación de juego con el lúcido Daniel Montenegro.
En Racing los chicos de inferiores formaron parte del debe; Luciano Vietto fue de lo mejor pero no pudo solo con un equipo en el que escaseó la solidaridad y se lo notó con falta de rebeldía para romper un esquema rígido y con poca sorpresa propuesto por Luis Zubeldía. En los laterales, Brian Lluy y Alejandro García sufrieron la falta de contención que tuvo el mediocampo académico. Hasta en los cuestionados «nueve» pareció ganar la pelea Independiente cuando Farías -el más flojo del equipo- dejó el campo de juego envuelto en aplausos para cederle su lugar al colombiano Juan Caicedo.
Párrafo aparte para Fabián Vargas, la figura del partido. En todo momento representó el espíritu que requería el partido por parte de cualquiera de los otros veintiún jugadores si querían llevarse la victoria. Aguerrido en la marca, borró de la cancha él sólo a Mario Bolatti y Agustín Pelletieri para darle libertad tanto a Hernán Fredes como a Osmar Ferreyra -otro de los puntos flojos del equipo rojo- en la generación de juego y la verticalidad que proponía el «Tolo» Gallego partiendo de los pies del «Rolfi» Montenegro. Por otra parte, fue el eje de la posesión de pelota que le posibilitó a Independiente congelar el partido cuando Racing amagaba sublevarse a la derrota por decantación. Le tiró un caño exquisito a Mario Bolatti con el partido 1 a 0 y recibió un inexplicable planchazo de Diego Villar que terminó con el hombre de la Academia expulsado, solucionándole el partido al «Rojo».
Con un partido que cambió a los minutos de juego, el técnico de Racing no supo cómo hacer para romper la fortaleza defensiva encontrada accidentalmente por Independiente en la fecha pasada en Liniers. Perdió el mediocampo a manos de un Independiente más combativo en el primer tiempo y más pensante en el segundo para contraatacar a un rival que se encontró con la obligación de ir a buscar el partido sin saber qué hacer con la pelota en los pies.
El entrenador «Rojo» hizo los cambios correctos como había ocurrido una semana atrás en la victoria frente a Vélez y la lectura del partido dio sus frutos en la última jugada cuando Juan Caicedo, reemplazante del «Tecla» Farías le cedió el gol al ingresante Jonathan Santana luego de ganarle en velocidad a los defensores de Racing, tras un pase de en profundidad de Fernando Godoy, el otro sustituto.
La tarde fue toda roja, de comienzo a fin. Por un momento, Independiente logró sacar la cabeza del descenso y disfrutar de una victoria que no hace más que mostrar una leve mejoría en su actitud y en la búsqueda del equipo. En la otra vereda quedaron todas las dudas y muy pocas fichas. En el clásico el «Rojo» apostó todo lo que tenía y ganó.