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“Ahora podés hacer lo que quieras, ya no te voy a molestar más», escribió Julio César Argüello, de 33 años, antes de degollar a sus dos pequeños hijos de dos y siete años en el comedor de su casa de San Francisco Solano, en Quilmes. Después, el hombre apoyó el filo de la cuchilla de cocina en su cuello y se provocó un corte mortal. La destinataria de la carta era su ex mujer, Patricia, de quien se había separado hacía unos dos meses luego de pasar 12 años juntos.
El trágico desenlace, según informa hoy Tiempo Argentino, comenzó el sábado a la medianoche cuando la mujer llamó varias veces al teléfono de Argüello. Más temprano, como lo hacía habitualmente, había dejado a sus hijos bajo su cuidado y tenía que pasar a retirarlos. Esa rutina la repetían desde que ella decidió dejar la casa que compartían para irse a vivir con uno de sus hermanos, a pocos metros de lo de su ex.
Al no contestar los llamados, la mujer se acercó con su hermano a la vivienda de su ex, en 885 y 820 del barrio La Matera. Cuando abrieron la puerta de entrada y atravesaron el comedor, se encontraron con el cadáver de Elisandro, de siete años y el de Leandro, de dos. En la habitación estaba el cuerpo del homicida.
Patricia entró en estado de shock y debió ser internada. Ahora, los investigadores esperan que se recupere para poder tomarle declaración, aunque el caso estaría esclarecido.
Según indicaron fuentes policiales, el hombre le recriminaba a su ex desde hacía varios días que el haberlo abandonado. Esa hipótesis fue confirmada a Tiempo Argentino por el hermano del homicida, Ramón Argüello, quien contó que Julio César «estaba muy deprimido por la separación».
«Si bien se habían separado, la relación entre ellos no era mala. Todos los fines de semana él se quedaba con los chicos y día por medio los nenes pasaban la noche con él», detalló el tío de las víctimas.
Ramón no estaba muy al tanto de cuál fue el motivo de la ruptura entre su cuñada y su hermano, pero consideró que esta «no era definitiva, estaban en veremos. Ella a veces iba a lo de Julio y le preparaba la comida a él y a los chicos. Incluso su ropa la tenía en la casa de mi hermano.»
«Jamás pensé que podía llegar a cometer una locura como esta. Era un ejemplo como padre, un muy buen hombre. Estaba siempre con sus hijos y se desvivía por ellos. Les daba todos los gustos. El domingo de la semana pasada los había llevado a pasear al Parque de la Costa», concluyó muy consternado su hermano.
Julio César Argüello trabajaba como pintor en una obra y por eso durante el día los niños se quedaban al cuidado de su madre.
En la escena del crimen trabajaron los peritos de la Policía Científica y el fiscal del caso, Ariel Rivas, de Quilmes. Al revisar el domicilio, los agentes de la Comisaría 4ª de Quilmes encontraron la carta escrita por el hombre, en la cual intentó explicar los motivos que lo llevaron a tomar la decisión de matar a los niños y suicidarse.
También se encontró en el lugar una cuchilla de cocina ensangrentada, que sería el arma homicida. El análisis de todos los elementos induciría al cierre del caso. Los tres cuerpos fueron enterrados ayer a las 15 en el cementerio de Ezpeleta y la madre de los chicos no pudo asistir debido al profundo estado de shock en el que se encuentra.