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En la tarde del domingo Independiente disputó el partido que adeudaba, correspondiente a la fecha doce del Torneo Inicial, ante Tigre. El Rojo se jugaba la chance de escapar del descenso directo y comenzar la segunda etapa de la temporada con menos dolor de cabeza. Sin embargo no se apreció lo trabajado durante la pretemporada y el conjunto volvió a reflejar apatía, falta de solidaridad y ausencia de juego colectivo.
Nuevamente los de Américo Gallego fueron víctimas de groseros errores propios, al igual que pocos meses atrás. A pesar de tener un mediocampo repleto de jugadores que priorizan el buen pie y la técnica sobre la fuerza física, las sociedades no funcionaron en ningún momento. Escasas apariciones de Daniel Montenegro –que sirvieron para empatar el partido- fueron los únicos destellos de juego colectivo del Diablo.
Si a la falta de claridad de los volantes se le agrega la ausencia de un delantero experimentado que pueda cargar con la presión de disputar fecha tras fecha una final el rumbo de los de Avellaneda parece ser uno sólo.
Como si fuera poco, a una semana de debutar por el llamado Torneo Final, la única incorporación fue utilizada en el Rolfi. El ex-América de México, a pesar de no estar en óptimas condiciones fue el mejor jugador de Independiente. Sin embargo no puede recaer la responsabilidad de salvar algún punto sobre sus espaldas. La historia debería cambiar con la presencia de Ernesto Farías como referente ofensivo.
Con un solo refuerzo a días de dar el puntapié inicial, desde la dirigencia dicen tener a la segunda cara nueva. El delantero que llegaría sería Juan Caicedo, quien deberá acoplarse a sus compañeros con escaso tiempo de preparación. Mientras que sus nuevos colegas realizaron un trabajo en conjunto durante el mes de enero y demostraron falencias a la hora de exponer lo elaborado, él –o el que llegue- tendrá la responsabilidad de acoplarse a un esquema que no conoce de solidaridad en apenas unas horas.
En la tarde del domingo Independiente tenía la chance de demostrar que el barco había tomado otro rumbo, que la pretemporada no fue utilizada en vano y que los fanáticos podían entusiasmarse con otra realidad. Pero muy lejano a eso, demostró que los problemas de diciembre y todo el primer semestre siguen firmes y parecen ser la cruz del Diablo hasta junio.