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Tras un brutal femicidio, Olavarría se moviliza contra la violencia hacia las mujeres como nunca antes se vio en esa ciudad del centro de la provincia de Buenos Aires. El asesinato de Graciela Tirador, una mujer muy conocida localmente, generó una profunda conmoción entre la población. Por el crimen está detenido su ex novio, acusado de matarla el 13 de enero a golpes en su propia casa con un bate de béisbol y un caño galvanizado.
Según informa la periodista Mariana Carbajal en una nota publicada hoy en Página 12, se habían conocido por Facebook a mediados de 2011. Una semana después del homicidio, un millar de personas se manifestaron frente a la plaza principal contra la violencia machista y está prevista una segunda marcha el próximo lunes, convocada por los hijos de la víctima, Carla, María y Mariano Melotto: reclaman “justicia, prevención y conciencia social”.
La familia quiere transformar el dolor en una actitud militante. “Todavía nos encontramos en Olavarría con gente que piensa que la culpa es de la mujer. ¿Qué pasa con las denuncias? Mi mamá había hecho denuncias y la Justicia no hizo nada por protegerla”, señaló Carla, la mayor de las hijas, de 35 años, comunicadora social. En la última década se registraron 13 femicidios en Olavarría.
El de Tirador es el primer femicidio en el departamento judicial de Azul –que abarca Olavarría– que se encuadra como tal, de acuerdo con la nueva ley que endureció las penas de ese delito, ahora castigado con la pena máxima prevista en el Código Penal.
“La gente en Olavarría empezó a tomar conciencia de la gravedad del problema de la violencia machista en la sociedad y la falta de respuestas efectivas para proteger a quienes la denuncian”, señaló a Página/12 Carla Gorlero, de Jácara Colectiva Feminista y coordinadora de un espacio para mujeres víctimas de violencia de género.
Tirador había denunciado a su ex, Pablo Luis Barbato, por amenazas agravadas el 12 de abril de 2012, es decir, nueve meses antes de ser asesinada, pero la Justicia no le prestó atención a su pedido de auxilio. Ella se sentía muy atemorizada por lo que él pudiera hacerles a sus hijas y nietos. Por entonces Tirador había terminado la relación, después de algunas idas y vueltas. Barbato la amenazaba con matar a todos y enterrarlos en el jardín de su casa. El caso es emblemático porque pone en primer plano la ineptitud de funcionarios judiciales para dictar medidas eficientes para amparar a las víctimas de parejas o ex parejas violentas. Tamara Bravo, otra mujer que fue asesinada en Olavarría por su ex pareja, el 10 diciembre –apenas un mes antes que Tirador–, delante de sus hijos de 4 y 8 años, también había denunciado al agresor .
“La ley de femicidios me parece perfecta, pero las personas ya están muertas cuando se aplica. Queremos prevenir los femicidios”, dijo a este diario María, la hija menor de Tirador, de 32 años, escenógrafa. Los tres hijos siguieron carreras universitarias en La Plata. El del medio, Mariano, es antropólogo.
Tirador, de 63 años, estaba separada del padre de sus tres hijos hacía más de treinta años. En Olavarría era muy conocida porque se desempeñaba como encargada del Registro Automotor Nº 1. Además, era muy querida en el entorno de sus hijos, porque durante la adolescencia su casa fue siempre centro de reunión de jóvenes. “Ella era muy, muy pila. Viajaba, tenía su independencia económica, era abuela, trabajaba en el Registro del Automotor. Daba clases particulares de matemática. Su casa siempre estaba llena de chicos. De jóvenes, nos juntábamos allí antes salir. Era además la mamá piola, a quien podíamos preguntar ‘lo que sea’, hablando teóricamente. Graciela era una mujer empoderada, o agenciada, como ninguna. Sin embargo, hoy me cuesta entender esta realidad, no tanto que se haya ido, sino que se haya ido de esta manera”, comentó Bárbara Baldino, amiga de Carla, shockeada todavía por el femicidio.
Baldino es integrante de la Red de Monitoreo de Políticas Públicas para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres, que agrupa a más de una veintena de organizaciones que trabajan en el tema de todo el territorio de la provincia de Buenos Aires. Otro amigo de los hijos, Ignacio Laborde, escribió un poema en homenaje a Tirador, a poco de conocerse su muerte.
Crónica de una muerte anunciada
En los meses en que estuvo de novia con Barbato, Tirador fue perdiendo peso, desmejorando físicamente, aislándose de su familia, como les ocurre a mujeres víctimas de violencia doméstica. Vivieron juntos en la casa de ella unos ocho meses. Él no trabajaba, estaba jubilado por invalidez por una enfermedad pulmonar. “Mi mamá no nos contaba nada. Pero la veíamos angustiada. Al principio a nosotras él nos cayó bien, era muy amable, simpático. Pero después empezó a tener actitudes desagradables. Dejamos de ir a cenar los domingos a la noche a la casa de mi mamá como hacíamos siempre porque estaba él. Y empezamos a ver a mi mamá en su trabajo. Ella hablaba bajito por teléfono con nosotras”, contó Carla, la hija mayor.
El acusado del crimen está detenido en la cárcel de General Alvear. El martes, el fiscal Martín Pizzolo, a cargo de la causa, pidió la prórroga de su prisión preventiva y fue otorgada. La causa está caratulada como “homicidio doblemente agravado por el femicidio y por ensañamiento”. De acuerdo con la investigación del fiscal, la denuncia por amenazas agravadas que hizo Tirador contra Barbato el 12 de abril en la Comisaría de la Mujer de Olavarría fue derivada a la UFI Nº 7, a cargo de Susana Alonso, la misma fiscal que intervino como subrogante en un primer momento al ocurrir el femicidio.
Tras decidir cortar la relación, como les ocurre a otras mujeres en pareja con hombres violentos, Tirador empezó a ser hostigada por su ex: le dejaba fotos de ella bajadas de Facebook por debajo de la puerta con leyendas amenazantes escritas en impresora, le enviaba correos electrónicos y la llamaba hasta una veintena de veces por día para insultarla. “La fiscal mandó la causa por amenazas a la comisaría y desde la comisaría le preguntaron a la mujer si realmente estaba atemorizada. En ese momento, en el expediente figura que ella declaró que las amenazas ya habían cesado. Pero a mí me parece raro. Y la fiscal archivó la causa. El caso fue tomado con mucha liviandad. Me llama la atención que Tirador haya declarado eso porque paralelamente se habían remitido las copias al Juzgado de Familia, desde donde se le había dictado a Barbato la prohibición de acercamiento a 200 metros por 60 días. Esa medida vencía el 12 de junio. El 1º de junio, Tirador se presentó con un abogado al Juzgado de Familia a denunciar que Barbato no cumplía con la prohibición. Y pidió a la jueza que velara por su integridad física y moral. La jueza sacó una resolución que dice que se lo comunique a la fiscalía de turno. Pero nunca se lo comunicó. Tirador estaba pidiendo p
or favor ayuda. Y nadie en la Justicia se la dio. No sé si se podría haber evitado el homicidio, pero Barbato al menos estaría procesado por desobediencia”, señaló el fiscal Pizzolo. El Juzgado de Familia está a cargo de la jueza María Inés Germino.
Según pudo reconstruir el fiscal, Barbato tiene un matrimonio anterior, en el marco del cual tuvo hijas, que ya tienen veintipico de años. “Las relaciones que encaraba terminaban de manera conflictiva. Sus familiares dicen que es muy agresivo, sobre todo verbalmente”, agregó. En sus charlas con las hijas de Tirador exponía una teoría que a ambas las dejó sin palabras: sostenía que los hombres eran cazadores por naturaleza, y las mujeres, sus presas. Y en eso, al parecer, convirtió a su ex novia.