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Por José Luis Ponsico / Pocas veces River festejó tanto como antenoche. Ramón Díaz, personaje carismático, ganó el primer «chico» ante el otro protagonista excluyente, Carlos Bianchi. En cien días el trámite no varió mucho. Cuando se enfrentaron por el torneo Inicial en el Monumental, River iba arriba 2-0 y Boca con muy poco de fútbol y mucho de azar, empató en el último minuto.
Anteanoche, Boca repitió. River jugó mejor otra vez. Ramón Díaz apostó al paraguayo Adalberto Román como último hombre y acertó. El defensor muy cuestionado en junio 2011 por la mano
intencional contra Belgrano de Córdoba, en Villa Jardín, debió irse al exterior. Volvió, quiso un lugar y el técnico se la jugó. Otra carta: el joven Mauro Díaz, promesa desde los tiempos de Diego Simeone. Durante dos años largos, «Maurito». Anoche, «manija» en el segundo tiempo.
Una más: el zurdo Lionel Valgioni, ex Newell´s, del que Gerardo Martino cantó loas: «River se lleva a uno de los mejores jugadores que hace todo el recorrido por izquierda; habilidad e inteligencia al servicio del equipo», dijo el «Tata». Anoche, Alejandro Sabella, en el palco, tomó nota. Otro acierto de Ramón.
Por el lado de Boca, es evidente que Carlos Bianchi confió que su «aureola» de tipo ganador arrastraría a Juan Román Riquelme. El «10» dudó -la muy difundida reunión con el Virrey y Daniel Angelici hace un mes- y finalmente dijo «no». El DT apeló a los mismos jugadores que
con Julio Falcioni tuvieron discreto final. En el primer semestre 2012 Boca pudo ganar todo. Al cabo, se cayó con el técnico muy cuestionado.
En la primera parte Boca con mucha presión mantuvo a River en campo propio. Cuando Leonardo Ponzio se adelantó 10 ó 15 metros y tuvo el respaldo de Cristián Ledesma, para soltarse por el medio, el trámite varió. El zurdo Vangioni le ganó siempre al tucumano Franco Sosa y el
partido cambió de dominador. En los últimos quince minutos del primer tiempo el juego riverplatense fue más claro. Y tuvo llegadas.
En la segunda etapa River se agrandó. Mauro Díaz, el «tapado» en el superclásico tan esperado -al margen de la opinión de Bianchi, siendo el partido de verano, sin puntos en juego, aunque por momentos «con el cuchillo entre los dientes», definición de Simeone- hizo de vértice entre
volantes y delanteros, se acercó el uruguayo Rodrigo Mora y Boca «desapareció».
Hubo dos goles y dos pelotas -en la misma acción- en el palo derecho de Agustín Orión. Cierres a destiempo de Matías Caruzzo y Guillermo Burdisso; Clemente Rodríguez dando ventajas por su sector, pero siempre empujando a su equipo y Leandro Somoza superado en el medio
por el circuito adversario. Ponzio se adueñó del medio y la entrada del zurdo Ariel Rojas dió «oxígeno». Decisivo en el segundo gol.
En el primero el centro de Valgioni, pelota puesta en centro «combado» -a lo Diego Maradona- la pelota «buscó» a Mora… «Centros para uno y centros para todos», decía otro uruguayo, ídolo, José Sasía, años´50. El de Valgioni fue para Mora. En el segundo, Rojas la ganó dos veces -Caruzzo «durmió» en segunda acción- y el delantero uruguayo, heredero de Antonio Alzamendi, «fusiló» a Orión.
Lo dicho: el primer «chico» fue para River y Ramón Díaz. La tribuna riverplatense lo vivió como si fuera un partido por el campeonato. Pablo Lunati también. No dejó pasar nada. Excelente arbitraje. Noche de verano y mucha gente. Siempre Mar del Plata, «La Feliz», para una mitad.