El primer superclásico del verano ya pasó y dejó algunas sorpresas, sobretodo del lado del vencedor. Por primera vez desde su regreso a River Plate, Ramón Díaz decidió experimentar con un nuevo esquema y nada más que ante su clásico rival. Sin importar que enfrente se parara el Boca Juniors de Carlos Bianchi, el riojano apostó a ganador y se llevó todos los premios gracias a una actuación destacada del equipo.
La línea de tres defensores acompañada por dos laterales de características ofensivas que buscaba el equilibrio en la zona de volantes con un trío de jugadores de buen pie para dar el pase justo a los hombres de punta fue la nueva propuesta del Pelado. La mutabilidad del sistema favoreció tanto a un ataque de muchos nombres como a una defensa escalonada por un número importantes de jugadores.
A pesar del buen desarrolló a lo largo del partido, los primeros veinte minutos de juego dejaron algunas falencias que son los puntos para fortalecer de cara al futuro. El refuerzo Leonel Vangioni dejó grandes espacios en su carril que no fueron llenados por Cristian Ledesma o Leonardo Ponzio –encargados de los relevos-. Hasta que el ex-Newell´s Old Boys no se acopló a la dupla de volantes centrales, Lautaro Acosta y Leandro Paredes prevalecieron en el verde césped.
Una vez que Ramón Díaz tuvo los quince minutos de entretiempo para hablar con los jugadores y aceitar la alineación, lo que hizo River fue simplemente perfecto. El Lobo Ledesma dejó de llegar innecesariamente al ataque y por sus costados se proyectaba Carlos Sánchez y Vangioni para asociarse con Mauro Díaz y Ponzio. Como si fuera poco, Rodrigo Mora se acerba para ofrecerse como falso pívot.
La cantidad de futbolistas en la medular y el criterio para mover el esférico de un costado a otro a la espera del momento justo para el pase fue la clave y la diferencia a favor del Millonario. Ni Leandro Somoza primero y luego Ribair Rodríguez prevalecieron en la zona, la primer línea defensiva del Xeneixe no pudo controlar a los muchachos de Ramón y de esa manera perdió el partido. El Pelado se acopló a los viejos libros del fútbol y se defendió con la pelota, raro en él luego de varios años respondiendo a otra ideología.
No sólo se llevó el primer superclásico de una serie de tres, sino que también se ganó el respaldo de un experimento favorable. Movió las piezas, trabajo durante la pretemporada y a la hora de ponerlo en juego respondió de la mejor manera. El nuevo River, con dominio de espacios, tenencia del esférico y velocidad, ya apareció. De ahora en adelante queda en Ramón Díaz otorgarle continuidad o volver a las fuentes, la decisión no será fácil.