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En declaraciones a Télam, Moler se refirió a la sentencia dictada ayer por el Tribunal Oral Federal 1 de La Plata, que condenó a prisión perpetua a dieciséis represores, entre ellos al ex comisario Miguel Etchecolatz, mano derecha del ex jefe de policía bonaerense Ramón Camps, por delitos de lesa humanidad cometidos en seis centros clandestinos de detención conocidos como el circuito que lleva su nombre.
«Son juicios reparatorios que para mi caso, después de tantos años de lucha bregando por justicia, convierte al de ayer en un día histórico», señaló la ex estudiante secundaria secuestrada entre el 15 y 16 de septiembre de 1976 junto a un grupo de jóvenes que militaban en la Unión de Estudiantes Secundarios y que habían participado de una protesta contra la suspensión del boleto estudiantil.
Para Moler, el fallo dictado ayer «pone en evidencia la complicidad de civiles y de representantes de la iglesia» en la participación en «un aparato represivo y sistemático» de desaparición de personas.
En su testimonio, tal como lo hizo en 2006 durante el juicio contra Camps, Moler describió detalladamente su secuestro y sus días de cautiverio en el centro clandestino Arana, en la ciudad de La Plata.
«Pude describir situaciones, nombres, olores, ubicaciones con detalles de quiénes estaban a cargo y que no podían desconocer lo que ocurría, particularmente con Etchecolatz», señaló la sobreviviente que celebró que el tribunal haya ordenado investigar la responsabilidad del ex vicario castrense Emilio Gracelli, en base a su testimonio.
Según Moler, escuchar de parte del tribunal la decisión de fijar «cárcel efectiva y perpetua» para los hombres que denunció durante más de 35 años, «es un acto no sólo de reparación histórica sino de construcción de una democracia más íntegra».
«Ahora siento un alivio porque me puedo permitir liberarme de la obligación de recordar cada detalle guardado en mi memoria durante tantos años que podía ser probatorio para la justicia», indicó.