“Se establece un límite legal a esta idea del no respeto a ningún tipo de ley, no solamente hacia los poderes Judicial y Ejecutivo, sino a la ley social en la cual acordamos que es mejor transitar con ciertas reglas de juego construidas entre todas y todos para poder vivir juntos. Lo estimulante es, sin duda, ese otro valor simbólico de la norma, que imprime un límite a poderes que parecían estar desde siempre y para siempre y contra los que nunca íbamos a poder hacer nada. Estoy convencida de que lo que viene, con más o menos demoras, con más o menos trampas, es la plena adecuación de todos los grupos mediáticos a la ley”. Así se expresó respecto de la inminente vigencia plena de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, la decana de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP, Florencia Saintout, en una extensa entrevista que publicará en su última edición el suplemento Las 12, del diario Página 12.
“Creo que el efecto va a ser una sociedad de mujeres y hombres con menos miedo. No en el sentido de seres aterrorizados. Me refiero al miedo a un poder que puede hacer con nosotros cualquier cosa y al que no lo sostiene nada más que el capital. Por supuesto que va a implicar una sociedad con niveles de profundización, de recreación de la democracia mucho mayores. En todo caso, observo un nuevo poder que circula hacia otro lugar, hacia los gobiernos populares y hacia una política que ponga fin a los privilegios de aquellos que han sido los dueños de todo. Incluso de las formas de narrar la historia, lo social y los géneros de las personas”, agregó.
“Desde el momento en que todos los grupos empresarios estén adecuados a la ley, ni se acabaron los problemas con respecto a los intereses poderosos de derecha que van a seguir actuando, ni se acabaron los conflictos en términos comunicacionales. El gran desafío está en generar no solamente otras señales, otros medios y otros contenidos, sino otros lenguajes, otras prácticas y otros lazos sociales. Si, una vez concretada la adecuación en su totalidad, tenemos cinco canales de televisión que siguen construyendo el mismo tipo de noticias o la otredad de la misma manera, se nos va a hacer visible la necesidad de desnaturalizar cierto tipo de comunicación audiovisual anquilosada desde las más rancias tradiciones patriarcales”, destacó Saintout.
Ante la pregunta “¿Cuáles herramientas deberían recrearse para desterrar contenidos tinellizantes u otro tipo de programaciones donde juegan con pesadez las miradas sexistas y estereotipadas?”, la decana de Periodismo de la UNLP subrayó: “desde el vamos, no debería haber contenidos discriminatorios, machistas, clasistas, sexistas. Nunca estuve de acuerdo con esa interpretación de la ley, sobre que va a seguir estando todo lo mismo más lo otro, lo nuevo. ¡Si de este más de lo mismo que vemos y escuchamos hoy existen muchas cosas que no deberían estar, pero desde una perspectiva de derechos humanos! Y estoy convencida de que esa realidad no se cambia a partir de una ley o de una multa elevada”.
Respecto del proceso político, institucional y cultural que desembocó en la sanción de la llamad “nueva leu de medios”, Saintout considero que “el kirchnerismo ha sido un gran articulador de esas luchas, que además son articuladas en el “Qué te pasa, Clarín”, como emblema de un cuadro más que se baja. Esta ley surge con el horizonte de reconocer todo aquello que había sido no sólo acallado sino negado, estigmatizado, menospreciado. Lo que está presente es una pluralidad con justicia social. Algo de eso se viene dando con nuevos contenidos y nuevas propuestas. Las universidades, por ejemplo, se encuentran desafiadas a producir contenidos, al igual que las organizaciones sociales y políticas.
“Hace poco participé de un foro de comunicación en Jujuy con un panel de mujeres que relataban esta cuestión de que pareciera que desde las provincias sólo aparecen contenidos donde se muestran paisajes autóctonos en un sentido federal o turístico. Y estas mujeres plantearon que se abría una nueva era audiovisual, que exigía ponernos a descubrir los rostros y las historias. En esta concepción, la ley irá cambiando modelos de sociedades y modelos de verdades, porque se construyó de abajo hacia arriba. Ahí radica su fuerza”, destacó.
Más adelante señaló: “la gran potencia transformadora es la política y los movimientos sociales, que a veces son derrotados o que a veces esperan. En este sentido, en las ciencias sociales tenemos una gran deuda con la sociología de la espera. Saber entender la paciencia, cuando a la menor chispa ocurre algo. Es el caso de los diferentes feminismos a través de los cuales se fueron ganando muchísimas luchas. Es probable que los contenidos no sexistas y no machistas en este nuevo mapa audiovisual tengan más que ver con lo que han ganado los feminismos que con la letra fría de la ley: la agenda de la emancipación es infinita. Precisamente, si hay algo que me sigue ubicando con mucha reflexión y pasión dentro del kirchnerismo es la agenda que falta. No hay que tener miedo de decir que en los medios audiovisuales hay contenidos que no deben estar. No pueden presentarse programaciones que cosifiquen a las mujeres y encima justificadas en que ellas desean o aprueban ese tratamiento. O contenidos que criminalicen a las y los jóvenes pobres, reafirmando que son lo desechable de las sociedades. No tienen que estar en el horizonte de nuestras sociedades, ya no sólo en la televisión, si es que queremos vivir en una sociedad con premisas humanistas”.
También se refirió a los aportes que se están haciendo para cooperar con la configuración de una nueva realidad mediática y señaló: “se acaba de aprobar una carrera corta, de Comunicación Popular, planteada en ligazón directa con este proceso histórico. Es una nueva línea de trabajo que no está pensada sólo para enseñarles comunicación popular a las organizaciones, sino también para aprender de sus experiencias. Se está conversando con movimientos políticos y sociales. Asimismo, en la facultad se han creado durante los últimos tres años el Centro de Comunicación y Género, el Laboratorio de Estudios Queer y el Centro Cultural Néstor Perlongher, pero nos cuesta muchísimo trabajar desde una perspectiva de derechos que atraviese todo el espacio universitario y no cerrarla en un área”.
“Que la maravillosa idea de la autonomía no funcione como coartada para no comprometerse con nada. Hoy no podría decir que en las universidades estamos un paso más adelante respecto de la sociedad en lo que tiene que ver con perspectivas de género”, remarcó Saintout.
Ante la pregunta, “¿cuánto de la ley atraviesa las complejidades y especificidades de los géneros?”, ella destacó: “es de avanzada porque hay un reconocimiento de derechos y de la perspectiva. Es un buen instrumento en términos pragmáticos, si se quiere, para determinar qué contenidos no pueden estar entre nosotras. Y aquí hago una lectura acaso problemática porque con muchas compañeras y compañeros no siempre estamos de acuerdo, por esto de que la norma
tiva corra el riesgo de ser entendida como instrumento para censurar. Insisto en que deben plantearse límites a ciertas cuestiones, sobre todo por los derechos positivos que reconoce la ley en dos grandes plataformas. Una tiene que ver con la lógica de la redistribución, donde claramente el eje de la igualdad aparece de manera fuerte. Con respecto a los géneros, pregunto quiénes han tenido la palabra durante siglos. ¡La han tenido los machos, entre otros, y mucho más que otros! Por eso todo lo que está sucediendo es más profundo que Clarín y los medios concentrados. Se trata de la redistribución de la palabra. La otra plataforma es la del reconocimiento de los otros y las otras, que por cierto no son los otros hegemónicos, blancos, machos, estigmatizantes”.
“Nunca se podrá decir de esta ley que es liberal”, comenta la entrevistadora, Roxana Sandá, a la vez que Saintout dispara:¡no! Reconoce subjetividades, otredades. Y en términos de la letra, es importante cómo la entreteje la historia. Porque podrá ser el mejor documento del mundo, pero si las luchas de la historia dejan de sostenerlo se cae por sí solo. Por eso esta ley no es ni por asomo un intríngulis de juristas y abogados”.
“Lo que debería suceder es que todas las iniciativas tengan mucho más espacio, por supuesto de la mano de políticas públicas. En el camino, algunos intentos han fallado, pero se debe seguir creando y fortaleciendo dimensiones que ya estaban. Incluso reafirmar consignas por su espesor histórico. Hay áreas donde es necesario recrear políticas públicas. Con la plena vigencia de la nueva ley, lejos de desaparecer estas producciones en un sentido amplio, no sólo comercial sino de colectivos sociales, políticos y culturales, tendrían que nutrirse. Una posibilidad es darle solidez a la federalización, reconstruyendo el sentido de lo nacional y no fragmentándose. Una gran consigna del neoliberalismo era esta cuestión de la hiperdiversidad, esta Babel que había sido un castigo bíblico pero que se transformó en un horizonte a seguir. Que todos hablaran desconociendo que unas voces eran más fuertes que otras”, agregó.
Respecto del rol de capacitación para la generación de nuevos contenidos, Saintout dijo: “como decana de una facultad de periodismo y comunicación social, tengo una firme creencia en la necesidad de capacitación, pero también sé que sola no alcanza para nada. En principio no puede ser sólo una capacitación en el vacío: me parece importante una capacitación de quiénes, con quiénes y para qué. Procurémosla al servicio de un proyecto que recupere las voces, las imágenes, las narraciones de quienes durante muchos siglos han sido subalternizados, negados. Ligado a eso, la voluntad política, algo que parece tan simple de decir. Podemos tener la mejor capacitación, pero se diluye si no existe la voluntad política de que el proyecto avance y de enfrentar a aquellos que no van a estar de acuerdo con que funcione”.
Al referirse a los acuerdos firmados desde la TV Pública para incorporar la perspectiva de género en los medios, comentó: “es definitivamente el resultado de la lucha de las mujeres. Viajo por todo el país; adonde vaya están presentes los diferentes agrupamientos de mujeres participando en todos los foros de contenidos, con esa potencia tan grande y diversa que los caracteriza, a diferencia de otros colectivos. Las mujeres han tomado entre sus principios el tema de la comunicación y el género, incluso como reacción contraria a las barbaridades mediáticas, porque uno de los espacios más perversos se descubre en el destrato cotidiano de los medios hegemónicos. Me permito pensar también en ciertas luchas ganadas que posibilitaron la desnaturalización de relaciones sociales que transmiten los medios de comunicación. La problematización teórica de los feminismos ha sido de gran valor para acceder a elementos que pudieran desmontar esos discursos mediáticos hegemónicos.
Al resumir su experiencia comp. directora del Observatorio de Jóvenes, Comunicación y Medios de la Facultad, Saintout señaló que, “hoy, los medios de mayor audiencia reconfirman que aumentó la cantidad de noticias estigmatizantes de las y los jóvenes. Esto va para la juventud de franjas empobrecidas, aunque también para la que se relaciona de alguna manera con la política. Desde el Observatorio se comprobó claramente que hay muchas más noticias sobre el discurso de la seguridad ciudadana y los jóvenes como responsables del deterioro. Sin embargo, en paralelo se ven y escuchan muchos otros relatos de jóvenes habilitados por nuevas señales y convocatorias de diferentes instancias para generar nuevos contenidos, donde esa franja aparece narrada desde otros lugares. Lo que pasa es que esas narraciones tienen que ir construyendo su público. Todavía tenemos un mapa súper concentrado de medios, y en esa concentración se han ido construyendo públicos para escuchar solamente esos relatos. El gran desafío radica en propuestas con otro tipo de interpelación de la infancia, de la mano de otro tipo de políticas para la juventud que impacten directamente. La idea del empoderamiento de las y los jóvenes en la Argentina va a provocar que nuevas voces puedan hablar. Hay que pelearles a los discursos estigmatizadores de lo juvenil que siguen avanzando. La audiencia televisiva no sólo creció con los besos de Adrián Suar, también la fueron modelando con esta idea de los jóvenes y el peligro”.
Por último, y ante la pregunta “¿está de acuerdo con la visión de que los canales locales emulen formatos de megamagazines? Muchos hablan de gestar un ShowMatch o un Almorzando con… nacional y popular”, la decana de Periodismo de la UNLP sostuvo: “onozco esa teoría del buscando a un minitinelli para un canal de un colectivo x, que no tiene nada que ver. Lo interesante es la apertura, enfocarnos en cómo puede lograrse una comunicación que se parezca a su pueblo. Eso exige un trabajo de intención y creación, no desde el vacío, sino tal vez que marque su punto de origen en todas las memorias que hasta ahora no han tenido lugar. Contar con muchas señales para decir lo mismo no tiene sentido porque no se rompe con la concentración del relato. Después de todo lo que se ha luchado y trabajado, sería terrible formatear un Tinelli o un TN nacional y popular. Prefiero otras ideas de la masividad que muchas veces, sobre todo por ciertos sectores progresistas, han sido subestimadas, y entonces les dejamos el gran público a esos monopolios, total nosotros hacemos algo donde somos cinco. Tenemos que poder disputar el gran público, sin temor a la masividad, sin que a ese sentido se le adose un Tinelli. Me preguntarán cómo se hace eso; es cierto, no está escrito en ningún manual. Es nuestro desafío que llegue a todas y todos”.