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Por Agustín Espada / Cuanto más largas son las rachas negativas, más difíciles son de revertir. De esta forma podría comenzar un buen proverbio futbolístico que sirva para graficar la dura realidad que atraviesa Independiente cuando el 2012 comienza a gastar sus últimas hojas en el almanaque. Lo cierto, también, es que cuando un equipo comienza un camino en bajada, el más mínimo escollo se transforma en muralla impenetrable y todo comienza a agigantarse: la caída y las piedras en el camino.
La temporada 2012/13 había encontrado a Independiente dispuesto a brindarse entero y superar la cruel pelea por mantener la categoría en la Primera División del fútbol argentino. Sus rivales directos eran dos: el Newell’s Old Boys de Rosario, dirigido por Gerardo Martino, y San Lorenzo de Almagro, por entonces dirigido por Ricardo Caruso Lombardi. La realidad de los números indica que hoy ambos equipos –habiendo comenzado el primero con el mismo puntaje y el segundo tan sólo un punto por encima de los de Avellaneda- se encuentran a 18 y 11 puntos respectivamente.
San Martin de San Juan, Atlético de Rafaela, Quilmes y Unión de Santa Fe se han transformado a lo largo del Torneo Inicial Eva Perón en los verdaderos rivales de Independiente en la disputa por no perder la categoría. Aquí el conjunto dirigido por Américo Rubén Gallego cuenta con un dato a favor: no perdió con ninguno de estos equipos –le ganó a la Crema y al Tatengue y empató con el Santo sanjuanino y el Cervecero.
En la realidad que reflejan los números se esconde otra un poco menos fría pero tan analizable como criticable. ¿Qué fue lo que hicieron San Lorenzo y Newell’s que Independiente no? Mejor dicho, ¿qué hizo el “Rojo” para quedar tan lejos de los únicos equipos que dividen en igual cantidad de temporadas?
Para empezar, los refuerzos elegidos por Cristian Díaz –técnico del equipo al comenzar la temporada- y el presidente Javier Cantero parecen no haber rendido lo esperado. En la previa parecía que Independiente había incorporado jugadores con experiencia, jerarquía y carácter para afrontar la comprometida situación del club; a la larga los resultados y las actuaciones demostraron todo lo contrario.
Las continuas lesiones de Jonathan Santana, Cristian Tula, Víctor Zapata y, por sobre todos los casos, Luciano Leguizamón, dejaron al equipo rengo en la mayoría de los partidos del campeonato. Sólo Fabían Vargas puede ser considerado como un verdadero acierto de este libro de pases. Roberto Russo -proveniente de Godoy Cruz de Mendoza- no ha disputado ningún encuentro desde el cambio de entrenador, mientras que Paulo Rosales ha mantenido un nivel intermitente que lo ha relegado al banco de suplente en la mayoría de los encuentros disputados por el equipo.
Así las cosas, la principal consecuencia salta a la vista: Independiente no reforzó su equipo, juega con los mismos jugadores que realizaron un pésimo torneo en el Clausura 2012 y están culminando un calamitoso Torneo Inicial Eva Perón. Hilario Navarro, Leonel Galeano, Roberto Battión, Hernán Fredes, Ernesto Farías, Julián Velázquez, Osmar Ferreyra, Eduardo Tuzzio, Gabriel Vallés, Patricio Vidal, Martín Benítez son todos nombres que se repiten en las alineaciones de ambos torneos.
Definitivamente el primer año futbolístico en la gestión de Javier Cantero ha sido un fracaso rotundo. Habiendo cosechado 35 puntos de un total de 108 disputados -36 partidos, faltando la última fecha frente a Colón de Santa Fe y el pendiente frente a Tigre por la 12da fecha del Inicial- el 2012 de Independiente fue de descenso directo. Los problemas institucionales, tanto los económicos como los sociales con el enfrentamiento a la barra brava del club, han saboteado un proceso que se asumía como genuino y que llegó con el consenso y apoyo total de la masa societaria independientista.
Los últimos resultados –derrota frente a Estudiantes de La Plata, empate frente a River Plate, y nuevamente derrotas frente a Belgrano y San Lorenzo- han calado hondo en la paciencia de la gente. Principalmente los jugadores han caído en el ojo de la tormenta de un público que se cansó de un año duro: incidentes con la barra brava, la decepción con un presidente que no encuentra la salida, los pésimos resultados obtenidos y las insípidas actuaciones del equipo han colmado un vaso grande como la historia del club.
Restan 6 meses en los que tanto dirigentes como jugadores y cuerpo técnico deberán hacer las cosas de manera casi ideal para no depender de nadie más y poder dejar a Independiente en Primera División. La cantidad de puntos necesaria es relativa a la cantidad de puntos que sumen los rivales directos anteriormente mencionados ya que no dividen por la misma cantidad de partidos que los “Rojos”.
La pretemporada que diagrame el “Tolo” Gallego será clave para levantar al plantel en todos los planos: lo físico, lo futbolístico y, por sobre todo, anímico. La dirigencia deberá reunir los fondos necesarios para utilizar de la manera correcta las dos balas de plata que le quedan: los dos cupos de refuerzo disponibles para el mercado de pases veraniego. Por su parte los jugadores deberán comprometerse con la situación del club y dejar de lado los egos para unirse bajo la causa de la permanencia.