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Por Agustín Espada / Cuando un equipo se encuentra en la delicada situación –tanto institucional como futbolística- de pelear por la permanencia en la primera categoría del fútbol argentino, son muchos los factores a los cuales se recurre para asegurar la existencia de una mano negra en los escritorios de la Asociación del Fútbol Argentino decretando el descenso.
¿Cuánto hay de cierto? ¿Cuánto hay de mito? El arbitraje, los pedidos por cupos extras por lesiones para reforzar los planteles y las designaciones en los días y horarios de los partidos a disputar son puestos bajo la lupa fecha tras fecha por los conjuntos que llevan adelante la pelea más férrea y menos feliz de cada temporada.
Quilmes e Independiente protagonizaron los dos partidos más polémicos de la fecha pasada –la número 17- en cuanto a las actuaciones de los árbitros. Néstor Pitana fue el encargado de impartir justicia en el enfrentamiento entre los de Avellaneda y River Plate, mientras que Pablo Lunati fue el “hombre de negro” entre el Cervecero y Arsenal de Sarandí.
En el primero de los partidos mencionados, las polémicas se desencadenan por un claro penal favorable al conjunto dirigido por Américo Rubén Gallego –el cual le hubiese otorgado al equipo la chance de ganar el partido ya que sólo faltaban unos minutos para la finalización del cotejo- no cobrado pero sí visto por el árbitro. Además, los “Rojos” acusan a Néstor Pitana de no haber cobrado otro penal durante el primer tiempo en el que Gabriel Mercado parece tomar a Ernesto Farías y de si sancionar un foul inexistente en la puerta del área roja que luego derivaría en el parcial 1-1.
En el partido disputado el lunes entre Quilmes y Arsenal surge una gran polémica en el primer gol del visitante cuando, en un córner a favor del Cervecero, Diego Braghieri –defensor central del conjunto dirigido por Gustavo Alfaro- toma de la camiseta al uruguayo Sebastián Martínez para evitar que este cabecee. Al no haber observado el foul que desembocaría en un tiro desde el punto del penal a favor de los de Omar de Felipe, Pablo Lunati permitió que el juego siguiera y en el contraataque Jorge el Marciano Ortiz puso en ventaja a los del Viaducto.
Luego, en una jugada del segundo tiempo, Iván Marcone golpeó sin pelota a Jacobo Mansilla despertando el enojo de todo el equipo Cervecero contra el árbitro al no expulsar al jugador de Arsenal por no haberlo visto –ni él ni su juez de línea Iván Núñez-.
En ambos casos, las incorrectas decisiones de los árbitros resultaron determinantes para el desarrollo de los partidos. No por nada Néstor Pitana y Pablo Lunati fueron parados por el Comité Ejecutivo de AFA y este fin de semana no dirigirán ningún encuentro de la 18va fecha.
Como el técnico de Independiente dijo en conferencia de prensa luego de la finalización del encuentro frente a River Plate, ambos equipos se encuentran disputando “cosas importantes” y fallos tan determinantes como la sanción o no de un penal o la expulsión o no de jugadores resulta de vital importancia en este tipo de instancias.
Ahora bien, ¿por qué resultan tan indispensables estos fallos? La respuesta la deberían buscar los mismos protagonistas. Néstor Pitana no fue el encargado de perder la marca de Jonathan Bottinelli en el centro que Leonardo Ponzio arrojó sobre el área roja luego de la sanción de un inexistente foul. Tampoco fue el culpable de que Hernán Fredes tirara la pelota por encima del travesaño cuando solo tenía que empujarla para poner en ventaja a su equipo.
Mucho menos fue Lunati el encargado de dejar pésimamente parada la defensa de Quilmes en el contraataque de Arsenal luego de no haber sancionado el penal, pero sí fue el responsable de convalidar el descuento del Cervecero cuando el delantero Facundo Díz se encontraba mínimamente adelantado.
La realidad inmediata y un análisis recortado indican que ambos equipos se quedaron sin los puntos por falencias ajenas más que propias. A la hora de encontrar verdaderamente las causas de los malos resultados que acompañaron a los dos equipos del sur bonaerense en esta fecha se puede encontrar a simple vista que son de los equipos menos goleadores del torneo –Independiente conserva el récord con 12 tantos en 16 encuentros- y de los más goleados –Quilmes con 23 goles en contra y los de Avellaneda con 19-.
Es esta fría y cruda realidad, pero real al fin, la que demuestra que no sólo estos equipos deben estar pendientes de lo que pase en las reuniones de Comité Ejecutivo los martes por la tarde en las oficinas de la Asociación del Fútbol Argentino, sino también de lo que sucede de lunes a viernes en los entrenamientos de ambos equipos. Los arbitrajes pueden marcar la suerte de un partido, una tarde, una noche, pero los verdaderos artífices del destino tanto de Quilmes como de Independiente son sus jugadores, cuerpos técnicos y dirigentes.