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«Es un juicio histórico, porque por primera vez, gracias a que la justicia consideró que el delito no prescribe, personas que fuimos vendidas en un circuito ilegal de adopciones, logramos que se juzgue a la persona que nos entregó», contó a Télam, Clara Lis Pereyra, quien en 2005, con 27 años, se enteró que su familia biológica la había comprado a una partera.
La firma de Civale en las partidas de nacimiento apócrifas de Andrea Belmonte y Patricia Uriondo las unió en la búsqueda de justicia: las tres mujeres habrían sido entregadas a cambio de dinero.
Comenzaron juntas un periplo judicial para lograr que la obstétrica fuera a juicio, acompañadas por profesionales de la Dirección Provincial de Registro de Personas Desaparecidas del Ministerio de Justicia y Seguridad de la provincia de Buenos Aires.
La defensa de Civale, que hoy tiene 82 años, interpuso la prescripción de la causa, la cual fue rechazada cuando la Sala Penal N°2 de la Cámara Federal de San Martín consideró que el término comienza a correr desde que se conocen los resultados de ADN que determinan que las víctimas del ocultamiento no son hijas biológicas de quienes figuran en sus actas de nacimiento.
Belmonte y Uriondo nacieron en 1969 y Pereyra en 1978, por lo que recurrió al Banco Nacional de Datos Genéticos para comprobar si era hija de desaparecidos, y el resultado del examen, hasta ahora, es negativo.
«Por mi año de nacimiento -coincidente con la época dictatorial- es posible que aparezcan muestran de nuevas familias, por lo que no descarto ser hija de desaparecidos», explicó Pereyra.
También estará este viernes presenciando el juicio, Marta Pérez, quien inició una causa judicial contra la obstétrica, en este caso, porque Civale, en 1968, la habría ayudado a parir a los 13 años, y nunca supo qué pasó con su bebé.
Anabella Fernández, Silvio Expósito, María Celeste Topich y Silvana Villanueva, son otras de las personas que están buscando su origen, expediente que está en trámite y con distintas instancias procesales esperando el juicio.
Clara es locutora y trabaja en radio Nacional. Quien figuraba como su madre biológica falleció cuando ella tenía un año y la criaron los abuelos maternos. Mantiene relación con su abuela de 95 años.
Andrea tiene dos hijas, sus padres de crianza murieron y una tía le confesó que era apropiada.
Patricia tiene un hijo, y siempre dudó sobre si era hija biológica de quienes decían ser sus padres, hasta que encontró escrito en unos borradores el deseo de comprar un bebé y su apropiador se lo confirmó.
«Hay muchas personas más que desconocen su origen porque fueron vendidos al nacer que no se animan a denunciar porque sus padres están vivos. Es un proceso interno, hay que respetar los tiempos de cada persona», reflexionó Clara.
Este viernes, a partir de las 8, en la sala ubicada en Gobernador Ugarte 1735 de la localidad bonaerense de Olivos, puede comenzar a escribirse otro capítulo en el camino del derecho al origen y la identidad.