Por Agustín Espada / Las últimas fechas de los torneos argentinos suelen ser espacios de reflexión y análisis de lo producido, para equipos que ya quedaron excluidos de cualquier lucha relevante en la tabla de posiciones. Justamente en este proceso retrospectivo se encuentran los dos equipos más grandes –y con más títulos- del fútbol argentino. River Plate y Boca Juniors, Boca Juniors y River Plate, se encuentran, a cuatro fechas de la finalización del Torneo Inicial Eva Perón, buscando respuestas a futuro y causas de un presente tibio, por no decir intrascendente.
El equipo dirigido por Matías Almeyda se ronda el puesto siete, con 21 puntos hasta hoy este domingo, mientras que el de Julio Falcioni cosecha 24 unidades – también a la fecha -, lo cual lo coloca un escalón por encima de los Millonarios, más o menos.
¿Cuáles son las razones de estas discretas participaciones y pobres rendimientos futbolísticos? ¿Los supergrandes son reflejos de la mediocridad de nuestro fútbol?
A la hora de analizar la realidad del equipo de Núñez, el panorama resulta bastante complejo. Habiendo conseguido a mitad de año el pasaje de retorno a la Primera División, el error parece haber sido la confección del plantel. Tras los buenos rendimientos conseguidos en el Nacional B, el director técnico eligió mantener la base de aquel equipo para afrontar el torneo “del regreso”. Desprendiéndose de Fernando Cavenaghi y Alejandro Domínguez, eligió la referencia del internacional David Trezeguet como faro y guía de la performance futbolística riverplatense. A 15 partidos de aquella elección, los resultados parecen no haber sido los mejores.
Para el reemplazo de las figuras del ascenso se optó por Carlos “el Chino” Luna –goleador de Tigre en el pasado subcampeonato del equipo de Victoria- y Rodrigo Mora –proveniente de Peñarol de Uruguay luego de un breve paso por el Benfica portugués-. Sin embargo, hasta el momento, ninguno de los dos, sumado el aporte del juvenil Rogelio Funes Mori, ha obtenido rendimientos para hacer olvidar a los dos referentes dejados de lado al inicio de la temporada.
Párrafo aparte merece la actuación de David Trezeguet, quien no sólo no pudo repetir la cantidad de goles convertidos en el torneo B -13 goles en 19 partidos, contra 1 en 10 jugados en Primera-, sino que se ausentó del once inicial en reiteradas ocasiones y se lo ha notado tan impreciso como falto de impulso.
A esto puede sumarse la falta de un referente en la creación de juego, característico en la historia futbolística del club. Ese puesto lo ha asumido el joven Manuel Lanzini a quien, lógicamente, la presión le ha pesado y no se ha afirmado como un titular indiscutible para el DT.
A pesar de la rivalidad, en la vereda xeneize las carencias futbolísticas pasan por los mismos sectores. Un equipo huérfano no ha logrado encontrar el reemplazante nato de Juan Román Riquelme –las últimas fechas ha conseguido acumular buenas actuaciones el juvenil Leandro Paredes a quien el enganche señaló como su “natural sucesor”-. Del mismo modo, Santiago Silva y Lucas Viatri han luchado por transformarse en los sucesores de Martín Palermo sin haberlo conseguido.
Por otro lado, resulta clave a la hora de analizar la realidad del conjunto de la Ribera contemplar la relación entre Julio Falcioni y sus dirigidos. En una lucha interna del plantel que lleva incontables capítulos, la pelea abierta de algunos futbolistas con el entrenador parece poner a Julio Angelici, presidente de la institución, en la necesidad de elegir por uno o por otro. A pesar del apoyo abierto, muchas voces son las que coinciden en que una no clasificación del equipo a la Copa Libertadores 2013, algo que parece más que potable debido a las pobres actuaciones, el entrenador no continuaría en su cargo finalizado el año.
Hay algunos aspectos de ambas realidades que indican que una comparación no es acertada. Eso muestran los antecedentes de ambos equipos. River viene de conseguir un ascenso que se vio amenazado hasta la última fecha y no ha conseguido, aún, limpiar esa mancha en su historia. Si se observa la realidad contraria se encuentra la disputa de la final de la Copa Libertadores 2012 y la obtención de la Copa Argentina.
Sin embargo, y como clubes que representan a más del 70 por ciento de la nación futbolera, la falla en el cumplimiento de las expectativas los catapulta como compañeros en la crisis de su hegemonía, y hay síntomas que los relacionan.
La lucha de sus entrenadores con grandes referentes futbolísticos como lo son por un lado Cavenaghi y Domínguez, y por el otro Riquelme, es un rasgo más que significativo a la hora de la comparar el origen de los malos rendimientos. Los pedidos por Ramón Díaz en Núñez y por Carlos Bianchi en La Boca condimentan esta ensalada de similitudes que se corona con el empate en dos goles que este campeonato brindaron.
La hora del análisis y reflexión arrojarán la posible solución a la mediocridad en la que ambos cayeron, al menos durante este Toreo Inicial Eva Perón. Deberán hacer borrón y cuenta nueva para poder devolverle a sus hinchas las alegrías a las que los tenían acostumbrados hace apenas unos años.