El sector violento de la tribuna del Diablo arrojó dos bombas de estruendos cerca de Juan Carlos Olave, el arquero del Pirata. El árbitro, Saúl Laverni, decidió suspender el encuentro antes de comenzar con la segunda etapa.
Esta tarde/noche Independiente se jugaba la chance de poder salir del descenso directo por primera vez en el certamen, lo lograría siempre que triunfe. Enfrente tenía nada más y nada menos que a la revelación del campeonato, Belgrano de Córdoba, que de obtener los tres puntos se ubicaría como único escolta de Vélez Sarsfield.
Pero esta vez, y lamentablemente, lo futbolístico pasó a ser anecdótico. El presidente de Independiente, Javier Cantero, viene enfrentándose con la barrabrava, contra la organización mafiosa de las tribunas, la que, es un secretos a voces, para su existencia, depende de una red de complicidades entre la dirigencia del futbol, las policías, ciertas dirigencias políticas y hasta por parte de elementos del Poder Judicial y las fiscalías.
Es moneda corriente en los medios de prensa que a Cantero, lo dejaron solo, que ni la AFA ni el resto de las directivas del fútbol se manifiesta dispuesta a conformar contra el delito organizado. Hechos como los de esta noche abren varios interrogantes: ¿quiénes estuvieron detrás de los acontecimientos vividos en la cancha de Independiente? ¿Quiénes permitieron el ingreso de barras con bombas de estruendo? ¿Quiénes esta vez y van muchas encubren a las barras?
En el mundo de la política futbolera todos se hacen los distraídos, pero están bajo sospecha.