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Por Jessica Merodio / Hace once años llegó al Quilmes Atlético Club un chico con muchas ganas de realizar alguna actividad deportiva. Maxi quería jugar al básquet, pero por sus capacidades diferentes le dijeron que no le podrían dar clases. Sin embargo, Sol Ibáñez decidió hacerse cargo de la situación y jugar al básquet con Maxi. Juntos se divirtieron durante todo un año, y al siguiente Maxi llevó tres amigos al club para que compartieran la experiencia con él.
Fue así que, casi por casualidad y sin buscarlo, Sol formó y se hizo responsable de la Escuela de Estimulación Deportiva a la que hoy en día concurren 28 personas con capacidades diferentes de entre 5 y 38 años de edad. Esta escuela le da la posibilidad a chicos con capacidades diferentes de realizar un deporte y compartir un grupo, y al ser la única en el país donde se practica el básquet, concurren personas de todos lados: Avellaneda, Lanús, Quilmes, Bernal, Berazategui, Villa Domínico, Florencio Varela, Solano, entre otros lugares.
Uno de los aspectos también importantes de esta escuela es que los chicos están becados por el Club y no pagan cuota social, por lo que sólo abonan 30 pesos mensuales. Las clases se dictan los sábados de 10 a 12 de la mañana en el Gimnasio Julio Tosso del Primer Piso de la Sede Social.
Todos los chicos que concurren a la escuela presentan alguna discapacidad mental, como síndrome de down, TGD, retraso madurativo, autismo o esclerosis tuberosa. “Tenemos casos muy difíciles -aclaró Sol- se toman todos los casos, siempre y cuando sean mentales y no físicos, porque tenemos escaleras para llegar a la cancha, además es mucho más complicado conseguir lugar para personas con discapacidades mentales que para aquellos que presentan dificultades motrices o sensoriales”.
Para llevar adelante cada clase, Sol y los profesores cuentan con pelotas de básquet, juegos, escaleras y cuadriláteros de psicomotricidad, conos y colchonetas; pero todavía necesitan otras cosas, particularmente “balones Molten Gg7 o Penalty 7.5 o 7.1”, comentó Ibáñez. En cada clase, los chicos realizan ejercicios de coordinación, fuerza y psicomotricidad, y se los estimula a través de este deporte, uno de los más completos ya que trabajan piernas, brazos y también mejoran la atención. “No los separamos en grupos, trabajamos con todos de la misma manera, no se hacen diferencias”, aseguró Sol.
Hace menos de un mes, se desarrolló en el Club Social y Deportivo Olimpo de Lanús el 39° Encuentro Nacional de Minibásquet, y los chicos de la Escuela de Estimulación Deportiva del Quilmes Atlético Club estuvieron presentes. Allí, los alumnos de la Escuela compitieron una jornada con chicos que practican el deporte de manera convencional. “Fue raro, porque era la primera vez que íbamos y era la primera vez que los otros chicos se encontraban con personas con discapacidad, así que fue una movilización muy grande”, aseguró Ibáñez.
La escuela recibe ayuda de algunas agrupaciones, como la Agrupación Quilmes a Crecer, la peña Diego Torres y la peña Omar Indio Gómez. “Ellos nos ayudaron con el último bingo que realizamos, y nos van a ayudar el próximo 10 de noviembre con el evento Básquet por la Integración, al que vendrán clubes a competir con chicos convencionales. Ahora vienen ellos a casa”.
Unos días antes de participar del Encuentro de Minibásquet, los chicos recibieron una muy grata sorpresa. La Fundación Manu Ginóbili les hizo llegar 27 pares de zapatillas Nike a la Escuela, las cuales pudieron estrenar en dicha competencia. “El que nos hizo el contacto fue Juan Luis Guerci, encargado del básquet de Estudiantes. Él también nos consiguió pelotas y los equipos donados en parte por Raúl Chuni Merlo y otra parte por la empresa Altos del Paraná”, comentó Ibáñez, notablemente agradecida. “Para ellos todo lo que llega es importante, algunos no tienen nada”.
Este lugar de esparcimiento es muy beneficioso para los chicos, que según Sol “vienen sin nada, sin ningún divertimento físico ni intelectual, no hay”. Es por eso que practicar un deporte de conjunto como el básquet genera en ellos cambios en la manera de relacionarse con los demás, pero también, y lo más importante, cambios a nivel físico. “Se nota el cambio en la manera de caminar, de correr, y pueden tirar la pelota en el aro grande, por ejemplo”, afirmó la encargada de la escuela.
El deporte es beneficioso a nivel psicológico, social, educativo y hasta terapéutico, por lo cual es una excelente vía de integración. La Escuela de Estimulación Deportiva del Quilmes Atlético Club es sin dudas una significativa y valiente iniciativa que, a pesar de las dificultades que puede presentar para un profesor trabajar con personas que poseen alguna discapacidad, debería ser tomada como ejemplo por todos los clubes.