Por Javier Martínez Zuviría / A las dos competencias que realiza habitualmente en esta época el municipio de Necochea, este año se suma el hecho de que la ciudad será escenario del final de una gran carrera internacional que ya lleva recorridas sus dos primeras etapas en San Luis y en La Pampa. La última etapa -“De las Sierras al Mar”- se corre en Buenos Aires con punto de partida en la ciudad de Olavarría, el domingo 25 de noviembre, y final en Necochea el miércoles 28.
Es esta una competencia en la que compiten hombres y mujeres, divididos en cuatro categorías de Trekking, Mountain Bike y Kayak, y que en esta última etapa deben recorrer los partidos de Azul, Lobería y Necochea, atravesando parte del cordón de las sierras del macizo de Tandilia, para finalizar en las playas de Quequén.
El Mountain Bike se utiliza para recorrer las mayores distancias -en este caso, aproximadamente 270 kilómetros en los que hay tramos de caminos de ripio, montaña y huellas de campo-, y mediante el Trekking se atraviesan las sierras de Olavarría, Azul, Tandil y Barker. Es esta una zona en la que será de vital importancia la orientación a la hora de elegir el camino, ya que tiene varios senderos con grandes pendientes, paredones y rocas combinadas con pajonales.
El Kayak, en tanto, es considerado en esta etapa una de las disciplinas más difíciles, ya que se navega por el río Quequén, el cual presenta sectores de mucho caudal, con rápidos y hasta pequeñas cascadas. Al llegar al mar, las embarcaciones deberán sortear el avance de la marea y realizar parte de la navegación en aguas saladas.
Más allá del interés que despiertan estos deportes, es esta sin duda una buena oportunidad para conocer algunos atractivos propios de los alrededores de Necochea y que no son tan visitados en verano, cuando los que se busca es la playa. El río Quequén es, por lo pronto, algo digno de ver, ya que antes de llegar al mar, a lo largo de varios kilómetros va formando pequeños saltos, rodeados de profusa vegetación, que son propicios para diversas actividades náuticas y también para practicar pesca convencional y pesca con mosca. En los alrededores hay también varias lagunas rodeadas de bosques de eucaliptos, sauces y pinos, con lugares para acampar, donde se pueden pescar pejerreyes, siempre respetando la temporada que comienza el 2 de diciembre y finaliza a fines de agosto.
En esta región donde se conjugan la pampa con el mar, adquiere especial relevancia el Parque Lillo, un bosque creado originalmente para fijar los médanos y que hoy constituye una reserva forestal de cientos de miles de especies en un espacio de más de 600 hectáreas de superficie. Dentro del parque hay fogones, jardines, fuentes, áreas deportivas, pistas de ciclismo, sectores para andar a caballo, un anfiteatro y hasta un lago con cisnes. Dentro de este parque, que está ubicado al sur del centro urbano, en la calle 91, entre las avenidas 2 y 10, están también el Museo Histórico Regional y el Museo de Ciencias Naturales.
Y en cuanto a las playas de esta ciudad, sus ventajas son ya conocidas. Grandes extensiones de arena y mucho horizonte para recorrer desde la desembocadura del río Quequén hasta el extremo sur de la ciudad. A la hora de buscar la variedad, hay también otros lugares a la orilla del mar como las playas que van desde la escollera norte del Puerto Quequén hasta la villa balnearia Costa Bonita combinando arenas gruesas con rocas y pequeños médanos.
Hacia el sur, a unos cinco kilómetros del centro, está Punta Negra -una playa con rocas negras que se internan en el mar- y unos 30 kilómetros más allá, la “Cueva del Tigre”, una inquietante costa rodeada de acantilados que avanzan hacia las aguas. Un poco más al sur está el famoso “Médano Blanco”. Se cuenta que fue en esta zona donde se refugiaba el bravo “Tigre del Quequén”, legendario bandido de la zona que aprovechaba esta geografía plena de recovecos para eludir a las autoridades, y que accedió al honor de ser recordado en una canción que compuso León Gieco. También es un lugar para pescar.
Finalmente, en las cercanías del Médano Blanco, a unos 45 kilómetros del centro de Necochea, existe hoy algo novedoso: un complejo termal en un entorno campestre. Se trata de un emprendimiento privado que utiliza el casco de una antigua estancia de la zona, el cual fue reciclado y acondicionado para brindar servicios de Spa, y donde también funciona un restaurante. El complejo tiene dos piscinas de agua termal cubiertas, dos hidromasajes al aire libre, una piscina recreativa y 10 gabinetes para diversos tratamientos de relajación.