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Debido a la crecida, las aguas del río Luján ya llegaron hasta las puertas de la famosa Basílica y, según se anticipó, de producirse una nueva crecida podría llegar hasta a inundar a la iglesia, pese a que ésta se encuentra en el punto más alto de la ciudad.
Por esa razón, el municipio decretó el alerta naranja y evacuó a unas 300 personas, la mayor parte del pueblo de Olivera, uno de los sectores que recibió el mayor caudal proveniente del desborde del río.
El intendente de Luján, Oscar Luciani indicó que para socorrer a los vecinos que debieron dejar sus casas por el avance del agua «el municipio dispuso tres centros de evacuación en distintos puntos del distrito».
Indicó que «uno funciona en el Centro de Integración Comunitaria del barrio San Fermín, otro en el polideportivo municipal y el tercero en una escuela del barrio Olivera».
El funcionario estimó además, que «habría otras 500 personas damnificadas por la crecida» que no hubo necesidad de evacuarlas y destacó que «hay mucha gente que tiene experiencia de crecidas anteriores del río, por eso la evacuación y la autoevacuación se dieron de forma ordenada, con la colaboración de los transportes del municipio».
Indicó que «muchos de los evacuados lograron salvar sus pertenencias más importante» y consideró que «el río Luján mantiene un comportamiento muy extraño porque sube y baja sistemáticamente tres centímetros, sosteniéndose en 5 metros con 12 centímetros».
Opinó que «si bien el río ha crecido mucho, creo que lo que hace falta es un trabajo completo de limpieza y dragado desde su origen hasta su desembocadura, porque es muy extraño que se dé este fenómeno y que el agua no baje más rápido».
Por su parte, Guillermo Bertoni, director de Políticas Sociales del municipio precisó a Télam que «en estos momentos tenemos 32 evacuados en el Centro de Integración de San Fermín, 60 en el polideportivo municipal y otros 34 en la escuela de Olivera».
Bertoni añadió que «muchos vecinos están viniendo a comer a los centros municipales porque no les quedó donde poder cocinar» y destacó que «bomberos y personal de Defensa Civil están recorriendo permanentemente las zonas inundadas para prestar socorro y por ahora, todo se está dando de manera ordenada».
No obstante, manifestó su preocupación: «seguramente el problema sanitario aparecerá cuando baje el agua».
Una de las damnificadas por la crecida del río es Sandra, madre de dos hijas que vive en el barrio la Loma cerca de la autopista y a metros del río Luján y cuya casa quedó cubierta por el agua.
«El agua nos entró de golpe ayer por la mañana, pero nosotros sabíamos que venía la crecida y logramos llevar algunas cosas a la casa de mi hermana donde no se inunda», indicó a Télam.
Destacó que «hay muchos vecinos que perdieron todo y ahora lo que más necesitamos, es que el río baje para poder reconstruir nuestra casa».
En igual sentido, Mónica, vecina del bario San Fermín y mamá soltera de tres chicos, indicó que «en mi casa entró poca agua, pero en la casa de al lado perdieron todos los muebles y nadie en el bario recuerda una inundación así desde 1985».