Por Agustín Espada | Los vaivenes en el mundo del fútbol y las bipolaridades –sobre todo si se refiere al plano periodístico del asunto- se manifiestan a cotidiano. Que la pelota entre o no al arco cambia mucho las cosas, lo que el equipo hace y merece durante los noventa minutos –noventa y cinco para muchos entrenadores que pierden la cabeza exigiendo máxima concentración hasta el pitido final a sus dirigidos- puede, y suele, quedar a un lado si el resultado es positivo o negativo. De esta forma, y por esta vorágine, proyectos que al comenzar fueron etiquetados como “de largo plazo” encontraron su final en pocos meses. Por su idiosincrasia, nuestro fútbol de cada día expone y cambia figuras, las enaltece, las critica y luego, sin que nadie se percate, las oculta.
Dentro de este mundillo que un día te aplaude y al siguiente te abuchea se encuentra el Quilmes de Omar de Felippe. Hasta hace unos pocos partidos, luego de una derrota por goleada -0-4 con San Martín de San Juan en condición de visitante por la 8va fecha del Torneo Incial Eva Perón- y de la caída del equipo en zona de descenso, los pilares que sostenían el proyecto encabezado por el ex ayudante de Julio Falcioni parecían tambalear, por no decir caer. Los rumores de peleas con los principales referentes del plantel y la mala cosecha de puntos lo habían puesto contra las cuerdas.
Dicen que el tiempo puede curar todas las heridas, pero si hay un cicatrizante más que efectivo son los resultados. Luego de ganarle a River en el Estadio Centenario y del agónico empate frente a San Lorenzo en la última fecha –lo que le permitió obtener cuatro puntos sobre seis posibles no sólo frente a equipos grandes, sino frente a rivales directos en la lucha por mantener la categoría- el Cervecero y, por sobre todas las cosas, su entrenador recuperaron algo del aire que les faltaba.
A falta de campeonatos y de copas internacionales, buenos son los pequeños-grandes logros para sostener los procesos técnicos. Y vaya si De Felippe posee algunos en su haber. Con los últimos dos resultados obtenidos, Quilmes no sólo no ha perdido con ninguno de los equipos grandes, sino que le ha ganado a Boca y a River en su estadio. Los otros dos empates –uno a uno frente a Independiente en Avellaneda y el último dos a dos en el Nuevo Gasómetro frente al equipo de Boedo- resultan de gran relevancia por la cercanía de los rivales en la lucha por no descender.
Sin embargo, la situación descripta al principio de estas líneas corre al pie de la letra con la realidad cervecera. Sólo en el encuentro por la primera fecha contra Boca –recordando que venía de un extenso viaje por la Copa Argentina y de realizar una pésima pretemporada- los puntos logrados por el conjunto del sur de la Provincia se corresponden con su rendimiento. Frente a Independiente –ya dirigido por Américo Rubén Gallego- el equipo eligió esperar al rival para concretar de contraataque y consiguió convertir gracias a un error rival –floja respuesta de Hilario Navarro tras un tiro de larga distancia de Jacobo Mansilla-. La misma falta de ideas se dio en el partido frente a River, pero fue otro error en un defensor ajeno –esta vez un mal despeje de Bottinelli- el que le permitió a Quilmes sumar de a tres sobre el cierre del encuentro. Con San Lorenzo la historia volvió a repetirse y el conjunto de Omar de Felippe encontró el empate casi de milagro en el último minuto por un cabezazo del juvenil debutante Mandarino.
Al único equipo grande que le queda por enfrentar es a Racing, al cual deberá visitar en la 16ta fecha. La racha de resultados positivos frente a equipos de esta talla es indudable aunque lo que en verdad todavía preocupa al cuerpo técnico es la falta de generación de juego necesaria para superar a equipos que no apuestan tanto al ataque. Este déficit futbolístico se agrava si se tiene en cuenta la cantidad de lesionados que hay en el plantel.
Dos de los principales referentes del plantel se perderán el resto del torneo y el comienzo del siguiente. Son los casos de Pablo Garnier –quien sufrió una rotura de ligamentos cruzados que le demandará de 5 a 7 meses de recuperación- y de Miguel Caneo –su tendón de Aquiles del pie derecho se rompió en el partido con River-. La lista no termina ahí.
Sebastián Martínez, defensor central pilar del ascenso, lleva una larga recuperación de una pubalgia que arrastra desde la temporada pasada. Joel Carli no podrá estar el próximo partido por acumulación de tarjetas amarillas aunque de todas formas en el último encuentro sufrió el esguince de su tobillo derecho. Fernando Telechea –desgarro en el izquiotibial izquierdo- y Martín Giménez –ya operado de una rotura de ligamentos cruzados en su rodilla derecha- completan la sala de espera de una enfermería muy concurrida.
Por otro lado, y como si no fueran suficientes los obstáculos que debe superar el técnico para la conformación del once inicial para el próximo partido con Colón de Santa Fe –este domingo en el Estadio Centenario desde las 17.15- Christian Lema fue expulsado frente a San Lorenzo y tanto Juan Manuel Cobos como Martín Cauteruccio –goleador del equipo con siete goles- se encuentran con máximos cuidados para poder participar del encuentro.
Frente al conjunto santafesino, Quilmes tendrá la oportunidad de demostrar que no sólo está para dar batacazos en las grandes citas, sino que también puede salir a buscar desde el inicio los partidos. Cuando los resultados se vean respaldados en el rendimiento del equipo, será mucho más difícil que Omar de Felippe y sus dirigidos se pierdan en el vértigo del fútbol argentino ante la primera derrota.