Por Ariel Spini | En un domingo especial, en el que después de un año de ausencia se volvía a llevar a cabo el superclásico del fútbol argentino, los dos equipos más grandes del país no supieron sacarse ventaja. River Plate y Boca Juniors igualaron dos a dos, pero para los de Julio Falcioni el empate tuvo sabor a triunfo al remontar una desventaja de dos goles.
En el primer minuto del partido se evidenció lo que sería el resto del trámite. Un tiro libre sin ningún tipo de problemas para Agustín Orión acabó en el fondo de la red al cometer un gravísimo error y no acertarle al esférico. La primera falla del cotejo ocurrió con menos de 120 segundos en el cronometro y la historia continuaría hasta el pitazo final.
Mientras los de Matías Almeyda se adueñaban del balón, pero no generaban situaciones de peligro para los de la Ribera, murió el primer tiempo. Con un Boca que sólo ocupaba espacios en el verde césped y no concretaba dos pases consecutivos, todo indicaba que el Millonario buscaría capitalizar el dominio de la redonda en el complemento. Sin embargo los de Núñez cedieron la responsabilidad y acabaron con mal gusto la tarde dominical.
A pesar del crecimiento de la visita, el dueño de casa llegó a marcar un segundo tanto gracias a una gran jugada que acabó en los pies de Rodrigo Mora. Con dos goles de diferencia, menos de media hora de juego por delante, los de la Banda tenían todo para ganar. Pero nuevamente los errores se adueñaron del clásico y permitieron una remontada cuasi histórica.
Primero fue un penal infantil de Leandro González Pirez que sirvió para que Santiago Silva descuente. Después, cuando restaban segundos para finalizar con el choque, un balón perdido en el área cayó en los pies de Walter Ervitti que ante un Marcelo Barovero, que ya festejaba un triunfo y no buscó el balón a tiempo, marcó el empate y silenció el Monumental.
El encuentro evidenció la realidad de los dos equipos, ninguno supo generar más de tres situaciones de gol, los errores defensivos no pierden vigencia y las acciones ofensivas se reducen a pelotazos desde un costado al otro. Es cierto que River mereció mejor suerte, pero también es verdad que acabó pagando los errores de no saber cerrar un partido clave.
El resultado fue justo, ninguno de los contrincantes merecía el premio gigante de obtener tres puntos en el partido más importante del semestre y de esa manera salvar el fin del año.