Un empleado ferroviario identificó hoy al detenido barrabrava Cristian Favale como el autor del disparo que mató a Mariano Ferreyra y aseguró que, el día del ataque, el delegado Pablo Díaz daba las órdenes en el lugar y arengaba a los trabajadores a bajar de las vías para perseguir a los militantes del Partido Obrero.
«Yo lo vi al loco de mierda este, disculpe la expresión, pero es un loco de mierda, disparar y al chico agarrándose la panza», contó Marcelo González al Tribunal Oral en lo Criminal 21 en referencia al detenido Favale.
Según dijo el testigo, Favale era conocido entre los ferroviarios y se decía que actuaba como «custodio» del delegado de la Unión Ferroviaria en el Roca, Pablo Díaz.
Otros testigos habían descripto ya a un hombre parecido a Favale como uno de los tiradores, pero González fue más directo: «Yo solo escuché las detonaciones de Favale, porque lo tenía al lado» y afirmó que lo conocía de antes por haberlo visto en un acto de River y que tras las detonaciones “lo escuché gritar ‘¿viste que le di en la panza?` en dirección a Díaz”.
“Yo estaba al lado y lo escuché», reiteró el testigo.
González declaró por primera vez en la causa seis meses después del crimen de Ferreyra, aunque siguió trabajando en los talleres de Remedios de Escalada.
«Tenía miedo por mi familia», justificó, y recordó que el 20 de octubre de 2010 un delegado los convocó a la marcha a medida que llegaban a su trabajo y marcaba en una lista a quienes se sumaban para ir hacia Avellaneda, pero que él entendió que los llamaban para «hacer acto de presencia, no para tirar piedras ni bajar a las vías».
Pero dijo que ya en el lugar, se toparon con el ahora detenido Díaz, quien comenzó a tratarlos de «cagones» porque no bajaban de las vías para agredir a los manifestantes. «Él era el de la idea de correrlos», explicó.
Tras un primer incidente de intercambio de piedrazos, del lado de provincia, la marcha ingresó en la ciudad de Buenos Aires, en el barrio de Barracas y allí fue cuando «de repente llegó un grupo» al que en un primer momento confundió con más militantes del PO porque no estaban vestidos como ferroviarios. «Venían eufóricos», recordó.
Entonces reconoció entre ellos a Favale: «Estaba todo el tiempo atrás de Pablo Díaz», explicó.
«Cuando llegó ese grupo, Pablo Díaz insistió más con que bajásemos» y como ellos intentaban no hacerlo les gritó «bajen, manga de cagones» y entonces bajaron.
González explicó que para ese momento los manifestantes ya estaban lejos de ellos, a unas tres cuadras de distancia por lo cual tuvieron que correr hasta alcanzarlos. «La idea era correrlos para que se asusten», aseguró.
El testigo tenía un ladrillo en la mano, pero lo soltó cuando escuchó que se iniciaba «otra pelea».
«Corrí y mientras retrocedo, lo vi patente, uno de los chicos del PO se agarró la panza y se tiró para atrás, yo después me entero que el chico este era Mariano», agregó.
El ferroviario relató que todos se fueron del lugar sin que la policía intentara detener a alguien y que al día siguiente volvieron a trabajar de manera habitual pero «era un silencio total, la gente estaba asustada».
Y otro trabajador le contó que alguien le había «usado el hombro» para apoyarse y disparar pero que no había llegado a ver de quién se trataba.
También relató que la empresa por primera vez los sancionó por haber ido a un acto de este tipo en horario laboral, algo que nunca había pasado con UGOFE. «Soy una persona de bien. No soy un asesino», concluyó.
Por el crimen de Ferreyra son juzgados el titular de la Unión Ferroviaria José Pedraza, su segundo Juan Carlos «Gallego» Fernández, el delegado Pablo Diaz, Favale y los demás acusados de haber integrado la «patota» que ese día atacó con armas de fuego a los manifestantes que reclamaban por el pase a planta permanente de trabajadores tercerizados del ex ferrocarril Roca.
También están en el banquillo varios policías federales acusados de liberar la la zona del barrio porteño de Barracas, donde ocurrió el ataque.