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Por José Luis Ponsico / Amenazado por la Triple A, iba a cumplir 61 años. Juan José Hernández Arregui, nacido en Pergamino el 29 de septiembre de 1913. A partir del golpe de 1955, después de la caída del gobierno de Juan Domingo Perón, se destacó como intelectual, político y pensador. Produjo una importante obra escrita.
Su libro «La formación de la conciencia nacional» aludía al proceso de transformación en la Argentina, situando al «peronismo de fines de los ´40 y principio de los ´50, en una síntesis ideológica de izquierda nacional», según fue interpretado por dos generaciones entre los ´60 y los ´70.
Hernández Arregui escribió «Peronismo y socialismo», editado en el ´70 y se convirtió en uno de los escritores más leídos por los jóvenes. Referente en la Universidad y el campo popular. Acompañó el proceso de liberación en toda latinoamérica.
Aquél 22 de septiembre del ’74, en Mar del Plata se sintió muy mal. Datos recogidos por distintas crónicas periodísticas de la época. llamó al mozo, pidió un café y cayó por el ataque cardíaco. Se desplomó delante del empleado.
En el lugar no sabían quién era ése señor, sexagenario; solitario, desvanecido. A poco, sin vida. Lo que siguió fue algo cercano al absurdo con su rica trayectoria como intelectual de la época. Un final no deseado.
Como la ambulancia se demoraba trasladaron su cuerpo al depósito de envases del bar y lo cubrieron con hojas de diarios y cartones, según el testimonio vertido por uno de los declarantes ante la justicia marplatense, hace cinco años.
El cuerpo yacente de Hernández Arregui, uno de los forjistas más influyentes de los ´60, no fue reconocido en un primer momento porque no era un protagonista de gran fama en el escenario «mediático» según el lenguaje actual. Lo era en ámbitos universitarios y políticos, desde el campo nacional y popular.
Por entonces Osvaldo Soriano, nacido en Mar del Plata a fines de los años ´30, intelectual «no famoso» en el ´73, periodista del diario La Opinión, publicaba su novela «Triste, solitario y final».
El joven redactor del diario de Jacobo Timerman, obtenía su primera fama, sin querer le daba entidad a la muerte de Juan José Hernández Arregui. Luego se supo que Soriano había apoyado una asamblea de trabajadores en el diario, o cual le valió que el mítico Timerman tomase su revancha, prácticamente “congelándolo” en la redacción.