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Por Germán Celesia / A juzgar por su insistencia en la tarea de construir o derrumbar candidaturas reales o hipotéticas, los diarios opositores parecen deseosos de configurar un escenario político donde todos los aspirantes a la sucesión presidencial sean afines a la hipótesis de “fin de ciclo” kirchnerista. No encaja en esa idea la existencia de postulantes con ideas y posiciones políticas que hagan pensar en una continuidad de las políticas llevadas adelantes por el gobierno nacional. Ese parece ser el caso del ministro de Economía, Axel Kicillof, cuya popularidad, según una encuesta difundida el fin de semana, fue creciendo a tono con el acuerdo con el Club de París y la disputa con los fondos especulativos.
“La batalla contra los buitres también subió mucho la valoración del ministro de Economía. Ha sido protagonista en el manejo de ese conflicto, viajando a Nueva York, reuniéndose durante horas con el mediador e incluso con los representantes de los fondos buitre. Ese protagonismo se coronó con dos conferencias de prensa que se emitieron casi en simultáneo por todos los canales durante la última semana. En la encuesta del CEOP, Kicillof alcanzó nada menos que el 52 por ciento de aprobación”, escribió Raúl Kollmann el domingo 3 en Página/12.
Ese mismo día, Perfil titulaba: “Gobierna Axel” y en su columna de Clarín, Eduardo Van der Kooy hablaba de “un país rehén de Cristina y Kicillof”. El martes 5, también en Clarín, Acadio Oña construía un artículo en el que apuntaba de manera directa al ministro de Economía, apelando a una supuesto tono irónico en el título: “Los números mágicos del profesor Kicillof”, donde de paso trataba de reducir su rol al de mero “profesor”.
“La máquina de imprimir billetes le meterá leña a la inflación. El bajón de los ingresos y la caída del consumo, sumados a un aumento de las tasas y mayores recortes a las importaciones apurados por la escasez de divisas, sacudirán una economía que ya anda a los tumbos. Inevitablemente, el paquete completo repercutirá en un mercado de trabajo jaqueado por las suspensiones y los primeros despidos”, anticipaba el columnista. Y luego se metía en terreno político: “Menos mal que podíamos quedarnos tranquilos, “porque todo está estudiado en profundidad”. Pese al fallido de su frase y a un panorama bien complicado, aún hay quienes piensan en Kicillof para candidato del cristinismo en 2015”.
En el mismo sentido de tratar de dañar la imagen de la gestión económica, Gustavo Bazzán trata hoy de resaltar el supuesto afán por endeudarse de otros países latinoamericanos. “Sin miedo al fallo de Griesa, crecen las emisiones de deuda bajo ley Nueva York”, escribe.
“Mientras esto sucede a pocos kilómetros de Buenos Aires, acá el Gobierno se debate entre cómo eludir un fallo de una jurisdicción que eligió voluntariamente y al mismo tiempo frenar la caída de las reservas. Y con los funcionarios embanderados bajo la consigna Patria o buitres», afirma, dándole lectura político a su informe.
En otra nota, el diario toma nota de que “se traban las negociaciones de bancos extranjeros”, lo cual es presentado como algo negativo de lo cual culpabiliza al ministro y la Presidenta, que ilustran el artículo con una foto capciosa en la cual él parece decirle algo al oído y ella escuhando con una sonrisa. “Se instaló la sospecha de que Cristina y Kicillof están convencidos de que no hay que pagar más que lo que cobraron los bonistas que sí entraron al canje, ni ahora ni después de caiga la RUFO”, afirma.
Eduardo Van der Kooy, en su artículo de este martes insiste en esa relación: “La Presidenta y el ministro de Economía parecieran plantados con mayor comodidad en el discurso político de confrontación con los fondos buitre –aunque ignoren sus verdaderas consecuencias económicas– que en la complejísima búsqueda de alguna salida”.
Según escribía el domingo el mismo columnista, “está claro que Cristina Fernández y Axel Kicillof se sienten mucho más cómodos lidiando públicamente con los fondos buitre que debiendo afrontar las andanzas de Amado Boudou, la recesión de la economía o los latigazos cotidianos de la inseguridad. Aún cuando aquella práctica suponga deslizar a la Argentina en las orillas de un abismo”.
Según el hombre de Clarín, “Cristina estaría dispuesta a exprimir esa ventaja aunque la maniobra implique potenciar un conflicto inexplicable e irracional”. Para Van der Kooy, “Cristina y Kicillof estarían empalagados con la presunta épica de la pelea contra los buitres”. Además, “se entusiasmarían con algunas encuestas que habrían mejorado módicamente la imagen presidencial. Se verá por cuánto tiempo”.
Ricardo Kirschbaum manifiestaba implícitamente su preocupación por el crecimiento de la imagen pública positiva del ministro de economía y trata de ensuciarlo afirmando que buscaría instalarse como eventual postulante a la presidencia. El título no dejaba lugar a dudas: “¿Kicillof, la candidatura que impulsa la Presidenta?”. Allí nuevamente apelaba a la burla y a insinuaciones sobre el criterio presidencial: “Los ministros de Economía que designó Cristina Kirchner siempre fueron jóvenes con glamour, deseosos de hacer una carrera política fulgurante”, sostenía.
En el artículo, sin una sola fuente que lo avale, decía el columnista: “Kicillof ahora apuesta a ser el candidato de Cristina Kirchner y representar a la fracción más pura del pensamiento presidencial. La duda para todos los aspirantes, incluido Scioli, es si la Presidenta bendecirá alguna candidatura o si será coherente con su naturaleza de sentirse irreemplazable, única”.
En sintonía con Clarín, decía Joaquín Morales Solá en La Nación: “Son ella y Axel Kicillof, en resumen, los únicos que gobiernan el país en estos momentos sin la participación siquiera de otros ministros o funcionarios presidenciales”.
El lunes 4, Carlos Pagni, en La Nación se sumó a la teoría de que “Cristina Kirchner subordinó su estrategia financiera a su estrategia electoral”, aunque una salvedad: “La postulación de Kicillof como candidato está siendo analizada en ese horizonte. No hace falta que gane. Alcanza con que ayude a que Massa o Scioli pierdan”.